Divulgacion Cientifica
La escasez de combustibles fósiles resultará palpable en unas pocas décadas. En este reportaje, publicado en 2009 ganador de una mención honorífica en la categoría de mejor artículo periodísticode la última edición de los , Abraham Alonso nos habla de la revolución energética que se aproxima.
Es inútil engañarse. Barril a barril, metro cúbico a metro cúbico, las reservas mundiales depetróleo y gas natural se agotan. Su desaparición no es inminente, pero sí preocupante. Tanto, que buena parte de la comunidad científica tuerce el gesto cuando se le consulta sobre las consecuencias de laextinción de dos de nuestras principales fuentes de energía. Su respuesta es prácticamente unánime: si en un futuro no muy lejano queremos seguir disfrutando de electricidad, calor e iluminación a unprecio razonable, debemos buscar nuevos métodos para producirlos u optimizar la explotación de los recursos que hoy tenemos a nuestro alcance. Es más, según recoge un reciente informe elaborado por elInstituto alemán Fraunhofer, "se trata de la única forma de que
los países de Europa occidental se liberen de la severa dependencia energética que sufren y, de paso, supondrá una importante reducciónde las emisiones de dióxido de carbono".
La escasez de combustibles fósiles resultará palpable en unas pocas décadas. De hecho, es una de las causas del tiovivo tarifario que
afecta a algunosde ellos y la principal responsable de que en los últimos años tanto las empresas como los consumidores hayamos tenido que rascarnos el bolsillo para poder pagar desde el transporte hasta el aireacondicionado.
El resultado no podría ser mejor: energía barata que no produce gases contaminantes y sólo unos pocos desechos radiactivos de baja intensidad, de menos de un siglo de vida. Sobre el papelestá muy bien, pero la cuestión es que no está claro que sea rentable o si quedará como mera curiosidad de laboratorio, ya que de momento la energía que se necesita para activar la reacción es...
Regístrate para leer el documento completo.