doctor
XVIII: la figura del philosophe*
Víctor Cases**
Publicado hace ya casi 50 años, la Historia y crítica de la opinión pública
de Jürgen Habermas1 es sin lugar a dudas el primer gran libro de referencia
cuando se trata de estudiar la emergencia de esta nueva configuración sociopolítica que vio la luz en el siglo XVIII. Sin embargo,desde que Robert Darnton y años después Arlette Farge comenzaran a deleitarnos con los entresijos
de la baja literatura y el desprecio popular hacia el soberano, respectivamente2, el nacimiento de la opinión pública en la Francia prerrevolucionaria pasa
por una profunda revisión de aquel texto de 1962, que, al ocuparse exclusivamente de la «publicidad burguesa» y desatender por completo la«publicidad
plebeya» (son los términos utilizados por el propio Habermas), no da cuenta
de las numerosas tensiones desatadas en la esfera pública prerrevolucionaria y
termina, según Robert Darnton —el crítico más vehemente de la posición habermasiana— construyendo un mundo que «nunca existió»3. Los autores señalados no son los únicos que han contribuido a que la problemática que aquí
nos ocupa sehaya convertido en un objeto privilegiado de la historiografía de
los últimos decenios. Junto al profesor de Princeton y la directora de estudios
del CNRS de París, podríamos destacar las aportaciones de Roger Chartier,
Keith Michael Baker, Mona Ozouf, Sarah Maza, Pierre Rétat o Jean Sgard4,
* Este trabajo forma parte de una investigación predoctoral financiada por la Fundación
Séneca, Agenciade Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia.
** Universidad de Murcia.
1 J. HABERMAS, Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de
í
ítica
la vida pública, Gustavo Gili, Barcelona, 2002, trad. de A. Doménech.
2 Véase R. DARNTON, Edición y subversión. La literatura clandestina en el Antiguo Régié
égimen, Turner/FCE, Madrid, 2003, trad. de L. Vidal; A. FARGE,Dire et mal dire. L’opinion publique
au XVIIIe siècle, Paris, Seuil, 1992.
3 R. DARNTON, «An Enlightened Revolution?», en New York Revue of Books, volumen
XXXVIII, número 17, 24 de octubre de 1991, p. 34.
4 R. CHARTIER, Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII. Los orígenes
í
ítica
í
ígenes
culturales de la Revolución Francesa, Gedisa, Barcelona, 2003, trad. de B.Lonné; BAKER, M.
Presente, pasado y futuro de la democracia, 2009, pp. 145-150
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Víctor Cases
por citar sólo algunos de los estudiosos que han orientado sus investigaciones hacia la inquietud que anima también estas páginas, que deben mucho
asimismo a los recientes trabajos de Antoine Lilti —el aventajado discípulo
de Daniel Roche— sobre la sociabilidad mondaine y Elisabeth Badinter ysus
pasiones intelectuales5.
El panorama es tan amplio como rico en sugerencias e interpretaciones.
No debemos pretender abordar en apenas unas líneas toda la complejidad
del debate teórico, pero sí podemos esbozar un mapa general de las recientes
aportaciones sobre nuestro objeto de estudio, a partir de la clasificación propuesta por Laurence Kaufmann en su contribución al volumen coordinadopor
Javier Fernández Sebastián y Joëlle Chassin6: Kaufmann distingue entre el
llamado enfoque «referencialista» (defendido entre otros por Robert Darnton
y Arlette Farge), según el cual el concepto de opinión pública remite a un
conjunto de prácticas sociales efectivas y escenarios e instituciones concretas,
tales como los salones o la proliferación de las publicaciones periódicas, quecristalizan en Francia hacia mediados del siglo XVIII, y, por otro lado, el enfoque «artificialista», desarrollado por aquellos historiadores (podemos destacar a Keith Michael Baker y Mona Ozouf) que enfatizan el carácter abstracto
de la opinión pública prerrevolucionaria, que viene a ser ante todo, desde esta
perspectiva, una «construcción política o ideológica», una «entidad conceptual» que...
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