El Amor Del Pirata De Johanna Lindsey
1
Bettina Verlaine se sentía intranquila al entrar esa mañana en la sala llena de sol, y encontrarse frente a su madre y su padre. André Verlaine rara vez la llamaba tan temprano, y nunca la había llamado con un día de anticipación. Bettina sabia que debía tener algo muy importante que decirle, algo que afectaría su vida. Esto la había preocupado durante toda la noche, pero enel fondo sabía de qué se trataba. Tenía diecinueve años y estaba en edad de casarse.
Hacía tres arños que esperaba que eso sucediera, desde el momento en que abandonara la escuela del convento. La mayoría de las muchachas de familias ricas eran entregadas en matrimonio cuando aún estaban en la niñez, a los catorce o quince años, como la madre de Bettina. Muchos candidatos habían visitado asu padre, aunque a ella no se le había permitido verlos. Pero su padre no tuvo en cuenta a ninguno de los jóvenes que deseaban desposaría, porque ninguno era lo suficientemente rico como para complacerlo.
Bettina estaba segura de que su futuro acababa de decidirse. Pronto le dirían el nombre del hombre con quien se casaría.
André Verlaine estaba sentado ante su escritorio y no se molestóen levantar la mirada cuando Bettina entró en la habitación. ¿Era posible que su padre postergara deliberadamente la tarea de comunicarle su decisión? Tal vez se sentía un poco culpable ahora. Pero, ¿podía sentirse culpable? Era el mismo hombre que la había enviado al convento, diciéndole que era demasiado difícil de manejar. Había pasado la mayor parte de sus diecinueve años lejos de sucasa, y ahora volverían a enviarla a otra parte para siempre.
Jossel Verlaine miró ansiosamente a su hija. Había tratado desesperadamente de disuadir a André de que eligiera un marido para Bettina y pensaba.que lo había logrado hasta la noche anterior, cuando André inesperadarnente, la informó sobre su decisión. Ella no era como la mayoría de las muchachas; era demasiado vivaz y demasiadohermosa como para entregarla fácilmente a un marido. Podría haber elegido un buen marido por sí misma, si André hubiera sido razonable. Pero no, André tenía que encontrar un marido rico y con título para su hija, y no le importaba si Bettina lo encontraba repulsivo o no.
Jossel estaba sentada frente a las puertas abiertas que llevaban a la terraza, como lo hacía todas las mañanas, pero ese día nohabía podido dar una sola puntada en el tapiz que tenía ante ella. No podía dejar de pensar en el destino que esperaba a su hija.
-Bien, Bettina, esto no llevará mucho tiempo -dijo André Verlaine bruscamente.
Pero no alarmó a Bettina, su padre nunca le había demostrado ternura ni amor, ni tampoco a su madre. Las trataba a ambas como trataba a los criados. André Verlaine era un hombrefrío, obsesionado únicamente por incrementar su riqueza. Y esto consumía casi todo su tiempo y sus pensamientos, y le dejaba poco para su familia.
-¿Por qué no te sientas, ma chérie? -dijo Jossel con ternura, antes de que su esposo tuviera oportunidad de continuar.
Bettina sabía que su madre la amaba. Pero se negó a sentarse, porque no quería parecer cómoda y facilitar las cosas a su padre.En cierto modo se sentía rebelde, y sabía que no tenía derecho a serio, porque así sucedían las cosas en el año mil seiscientos sesenta y siete. Así había sido durante siglos, y tal vez nunca cambiarían. Sólo deseaba que su madre no hubiera hablado tanto de enamorarse y de elegir el propio marido.
Un matrimonio de conveniencia: para eso estaban las hijas, al menos las hijas de padresricos. Además, no había candidatos serios en el pequeño pueblo de Argen, tan sólo campesinos Y pequeños comerciantes. Si Bettina se hubiera enamorado, su padre jamás habría consentido, y la habrían mantenido aislada de los jóvenes de su propia clase.
-He dispuesto que te cases con el conde Pierre de Lainbert -continuó André-. La boda se realizará poco después del comienzo del nuevo año....
Regístrate para leer el documento completo.