el hombre como esencia de la vida
Una visión global del hombre
7. El problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que
considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o psicológico,
demográfico o sociológico, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo
natural y terrena sino también sobrenatural y eterna. Y puesto que, en el tentativo dejustificar los
métodos artificiales del control de los nacimientos, muchos han apelado a las exigencias del amor
conyugal y de una "paternidad responsable", conviene precisar bien el verdadero concepto de
estas dos grandes realidades de la vida matrimonial, remitiéndonos sobre todo a cuanto ha
declarado, a este respecto, en forma altamente autorizada, el Concilio Vaticano II en la
Constituciónpastoral Gaudium et Spes.
Vías ilícitas para la regulación de los nacimientos
14. En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del
matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita
para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y
sobre todo el abortodirectamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas
(14).
Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la
esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer (15); queda
además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el
desarrollo de sus consecuenciasnaturales, se proponga, como fin o como medio, hacer
imposible la procreación (16).
Tampoco se pueden invocar como razones válidas, para justificar los actos conyugales
intencionalmente infecundos, el mal menor o el hecho de que tales actos constituirían un todo con
los actos fecundos anteriores o que seguirán después y que por tanto compartirían la única e
idéntica bondad moral. En verdad, si eslícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de
evitar un mal mayor o de promover un bien más grande (17), no es lícito, ni aun por razones
gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (18), es decir, hacer objeto de un acto positivo
de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona
humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover elbien individual, familiar o social.
Es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto
intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal
fecunda.
Licitud de los medios terapéuticos
15. La Iglesia, en cambio, no retiene de ningún modo ilícito el uso de los medios terapéuticos
verdaderamente necesarios paracurar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese
un impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por
cualquier motivo, directamente querido (19).
Licitud del recurso a los periodos infecundos
16. A estas enseñanzas de la Iglesia sobre la moral conyugal se objeta hoy, como observábamos
antes (n. 3), que es prerrogativa de la inteligenciahumana dominar las energías de la naturaleza
irracional y orientarlas hacia un fin en conformidad con el bien del hombre. Algunos se
preguntan: actualmente, ¿no es quizás racional recurrir en muchas circunstancias al control
artificial de los nacimientos, si con ello se obtienen la armonía y la tranquilidad de la familia y
mejores condiciones para la educación de los hijos ya nacidos? A estapregunta hay que
responder con claridad: la Iglesia es la primera en elogiar y en recomendar la intervención de la
inteligencia en una obra que tan de cerca asocia la creatura racional a su Creador, pero afirma
que esto debe hacerse respetando el orden establecido por Dios.
Por consiguiente, si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las
condiciones físicas o...
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