El islam
muestra a una religión sensualista y pragmática que nada tiene que ver con el
espíritu, con la experiencia interior. Pero quien pueda situar su mente más allá de
los estereotipos, podrá darse cuenta de la riqueza integral que supone el Islam para
quienes lo practican. Esta integralidad —oscurecida intencionalmentebajo la etiqueta
de ‘integrismo’— supone la posibilidad de acceder tanto a un crecimiento
interior como a una vida social armónica, desdibujándose los límites entre lo utópico
y lo realizable en una vida que tiende a la unificación entre los miembros de la
comunidad, entre el ser humano y el medio en que vive, entre la experiencia interior
y la vida social, etc.
Esta vía, la de los‘unitarios’, es, valga la redundancia, unitiva. No existen conceptos disgregadores basados en
categorías inamovibles de raza, género, clase social o nacionalidad.
Sin embargo estamos aún muy lejos de poder afirmar que el modelo islámico existe, materializado con un aceptable
grado de pureza, en algún lugar del mundo. Los musulmanes de todo el planeta, y no sólo los conversos,
deberíamos aceptar el hechode que nos estamos islamizando, y que el individuo y la sociedad que preconizó el
último de los Mensajeros, nuestro amado Muhammad, que la paz sea con él, están aún por llegar, aunque se prefiguren
en los corazones de quienes son conscientes de Dios y en algunos proyectos sociales determinados.
El sistema que hoy parece triunfar —‘sociedad del bienestar’ para unos pocos en detrimento de unamayoría
de desheredados, el individualismo insolidario, y las libertades ‘inducidas’ desde los medios de comunicación— se
nutre de los deshechos de los individuos y de los pueblos. Divide y vencerás, dice el adagio. Y así está siendo por
ahora. Seres divididos interiormente, comunidades enfrentadas, conocimientos dispersos e inconexos, como las
partículas de una emulsión danzando al son delmovimiento brownniano.
Cualquier aspecto de la vida humana es susceptible de mistificación y manipulación. Aparecen comerciantes
del espíritu que ofrecen soluciones a los problemas espirituales que afectan a una sociedad psicológicamente enferma,
que está expresando una enorme necesidad de trascendencia. Los ángeles están de moda en los Estados Unidos.
Aparecen películas y cientos de publicacionessobre el tema: posters, cómics, panfletos que alimentan a sectas
y movimientos comerciales.
El mercado procura satisfacer la demanda creciente de ‘productos espirituales’, pero la realidad es otra. La necesidad
creciente de encontrar sentido a la vida que experimentan los ciudadanos de los países desarrollados, hartos
muchas veces de consumo materialista y de prácticas hedonistas, no puedesatisfacerse como otras necesidades más
prosaicas. Implican una reeducación en la forma de vivir, en los hábitos de pensamiento y en las concepciones de la
vida y de las relaciones.
En este contexto, consideramos que la espiritualidad que se deriva de la práctica del Islam, responde perfectamente
a esas necesidades que, por otra parte, tiene cualquier ser humano.
El Islam tiene una dimensión yuna ciencia de lo externo —’ilm az Zahir— que se ocupa del estudio y desarrollo
de los principios contenidos en la Tradición, de la Exégesis —Tafsir. En el caso del Islam, esta ciencia estudia
fundamentalmente el Qur’án y el Hadiz. La Jurisprudencia —fiqh— la Biografía Profética —Sirah— y las Ciencias
del Hadiz son sus disciplinas más importantes, y los maestros son los eruditos —ulamaa— quecustodian las
formas y los recipientes de la práctica religiosa y sus principios —din.
También existe una dimensión y una ciencia de lo interno —’ilm al Batin— que se ocupa de la realización espiritual
y de la consecución del fin de la religión, que es la unión con Dios. Esta dimensión y ciencia de lo interno se
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ocupa de los estados del alma, de los seres que pertenecen a otros planos de...
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