EL OiDO DEHEIDEGGER
FILOPOLEMOLOGÍA (GESCHLECHT IV)
Jacques Derrida
Conferencia pronunciada en septiembre de 1989 en la Universidad Loyola de Chicago,
publicada en DERRIDA, J., Políticas de la amistad, traducción de Francisco Vidarte. Edición
digital de Derrida en castellano.
[...] als Hören der Stimme des Freundes, den jedes
Dasein bei sich trägt[i].
1. PORTES/ALCANCES DE VOZ RETÓRICA DE
LAAMISTAD
El amigo se calla. Este amigo. Guarda silencio. Aquí, al menos, este amigo no
dice nada.
Por tanto, casi se podría concluir de ello que no pronuncia nada determinable:
Heidegger no evoca ningún dicho ni ningún decir del amigo, ni aunque fuera amistoso.
La voz de este amigo no habla necesariamente. Este amigo podría ser afásico. Incluso se
podría ser físicamente sordo sin dejar de portarlobei sich, cerca de sí, a través de su
voz. junto a sí no quiere decir muy cerca de sí. junto a sí no quiere decir en lo más
próximo, ni en sí. En su estricta gramaticalidad la frase dice que el Dasein porta junto a
sí al amigo mismo y no solamente su voz (als Hören der Stimme des Freundes, den
jedes Dasein bei sich trägt). A través de su voz que oigo, a través de esta escucha, es al
amigo mismo aquien escucho, más allá de su voz pero en ella. Es al amigo a quien
escucho y porto junto a mí oyendo su voz. Por supuesto, el Dasein «porta» al amigo
mismo, mas no al amigo en su totalidad, en carne y hueso. Lo porta, por así decirlo, en
la escucha de su voz, en la figura de su voz, su figura metonímica (una parte por el
todo). ¿Qué sucede con esta retórica que parece complicar la gramática sinque, sin
embargo, la contradiga? Ya que, en efecto, escucho al amigo, no su voz. ¿Qué sucede
con esta parte ejemplar que parece valer por el todo? ¿Por qué juega la voz este papel?
¿Y por qué asegura la escucha esa presencia del amigo permanentemente portada por el
Dasein «bei sich»? La cuestión de esta metonimia ya no nos dejará nunca.
¿Dónde está, pues, esta voz? ¿De dónde viene? Parece no estarni en nosotros, ni
fuera de nosotros, sino en él. Ni en nuestro oído, ni fuera de nuestro oído. Nos
preguntamos lo que quiere decir bei sich tragen. ¿Dónde está un oído? ¿Qué es el
adentro y el afuera de un oído? ¿Qué es abrirse para un oído? ¿Qué es aguzar el oído?
¿Oír o no oír? Estar sordo, no poder o no querer oír, quizás en el sentido en el que
hablará Heidegger más tarde (1934-1935), apropósito de Der Rhein de Hölderlin, de
los mortales que hacen «oídos sordos» (das Überhören). A diferencia de los dioses y
los poetas, «Los mortales oyen como aquellos que no pueden oír (als
Nichthörenkönnen); su escucha es hacer oídos sordos (das Überhören) y querer-no-oír
(Überhörenwollen)»[ii].
¿Dónde está, pues, el oído que prestamos, en particular, ese que prestamos a la
voz del amigo? ¿Qué esel oído en sentido propio, si es que hay uno? ¿Qué es, hablando
con propiedad, el oído, el oído como tal y en su singularidad? Es verdad que, por muy
elíptica que sea la breve frase de Heidegger, parece asegurarnos ya que ni siquiera
tenemos que tomar la iniciativa de prestar o aguzar el oído a la voz del amigo. A través
de esta voz, el Dasein porta al amigo junto a sí, lo quiera o no, lo sepa ono, sea cual sea
su resolución. En cualquier caso, lo que importa aquí, en apariencia, no es lo que dice la
voz del amigo. No es su dicho. Ni siquiera el decir de su dicho. Apenas su voz. Sino
más bien la escucha (das Hören) de su voz. Das Hören es el tema principal de este
capítulo. Y esta escucha no podría abrir el Dasein a su «poder ser más propio» (sein
eigenstes Seinkönnen), si no fuera antetodo la escucha de esta voz, la metonimia
ejemplar del amigo que cada Dasein porta cerca de sí (bei sich trägt). El enigma quizá
no se sitúe lejos, sino muy cerca, si no dentro, de estas palabras: bei sich y tragen. No
olvidemos que la expresión bei sich habrá acuñado en la lengua alemana el enunciado
de una de las cosas más oscuras que hay, nada menos que el saber absoluto al final de la
gran...
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