el policia empapado
(o ¿quién es el dueño de la historia?)
Philipp Blom
Ahí están los objetos, los documentos que vienen del pasado. Pero ellos
no cuentan la historia: lo hacen quienes los interpretan, a veces a su
conveniencia.
Hace cerca de cuarenta años, el amigo de un amigo fue a conocer París. Como suele
suceder en las vacaciones, llovió. Pero sin dejarse amilanar por la lluvia,él y su
acompañante decidieron salir de todas formas a explorar la ciudad. Vieron el Louvre y
pasearon por los Campos Elíseos, pero cuando llegaron al Arco del Triunfo estaba
lloviendo con tanta fuerza que tuvieron que refugiarse debajo del monumento. Se
quedaron allí, observando el tráfico suicida que pasaba zumbando a su alrededor y la
cortina de lluvia que los separaba de los elegantesedificios que rodean la rotonda.
Miraron los altorrelieves y los frisos que decoran la parte interna del arco y leyeron los
nombres de las famosas batallas, grabados en el mármol:
Marengo, Pirámides, Jena, Friedland, Austerlitz, Wa-gram...
De pronto los asaltó una duda. Faltaba algo. Entre la otra gente que estaba
escampando había un gendarme francés –todavía eran los días de la capa negra y elquepis– y entonces se le acercaron. «¿Dónde está Waterloo?», le preguntaron de
manera amable, en el francés que habían aprendido en el colegio. El gendarme los
miró, con los ojos brillantes de la furia. «¡No hubo ninguna batalla de Waterloo!»,
contestó indignado y enseguida se lanzó a la lluvia, pues prefirió quedar físicamente
empapado a tener que empaparse espiritualmente.
¿Que no huboninguna batalla de Waterloo?
¡Claro que la hubo! Sólo hay que ir a Bélgica, a la ciudad del mismo nombre, y tanto la
oficina de turismo como las tiendas de artículos para turistas confirmarán que la hubo.
El famoso panorama pintado, con sus 110 metros de longitud, le brinda al visitante una
buena idea del horror de la batalla. Aún más: si uno sale al campo y lleva una pala,
encontrará primerodocenas y luego miles de balas, huesos y botones, y cualquier
historiador que se respete le dirá que esas cosas datan más o menos de 1815 y que ahí
debió tener lugar una importante batalla, porque los huesos están destrozados por las
balas y los sables, lo cual indica que miles de personas murieron allí de manera
violenta y simultánea, y que parece que llevaban puesto un uniforme, tal como loatestiguan los botones, y que esos uniformes eran franceses, ingleses y prusianos.
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Realmente hubo una batalla en Waterloo, e incluso una rápida mirada a cualquier
biblioteca dirá que fue un decisivo evento en el cual Napoleón fue finalmente derrotado
y la historia de Europa cambió; un evento que tuvo gran influencia en la imaginación
occidental y ha inspirado a losartistas desde Tolstói y lord Byron, pasando por
Stendhal y Beethoven, hasta llegar a nombres más cercanos a nuestro tiempo, como W.
G. Sebald. ¡Claro que hubo una batalla de Waterloo, de eso no hay duda!
Entonces, ¿por qué mintió el gendarme? ¿O acaso no mintió?
La airada frase «¡No hubo ninguna batalla de Waterloo!» tiene un paralelo en la
literatura francesa. En Le bouclier averne [El escudoaverno], uno de los libros de los
personajes de dibujos animados Ásterix y Óbelix, el gran héroe galo Ásterix le pregunta
ingenuamente a un viejo veterano que dónde queda Alesia, el lugar en el cual el jefe de
los galos, Vercingétorix, tuvo que admitir finalmente la derrota en frente de Julio
César. «¿Alesia?», grita el viejo. «¿Alesia? ¡Yo no sé dónde queda Alesia! ¡Nadie sabe
qué es Alesia!».Tal vez el gendarme era un descendiente directo de ese veterano.
Tratemos de entender a este guardián de la gloire de la France, parado con su quepis
frente a uno de los lieux sacrés de su país que conmemora las grandes victorias, y no
olvidemos que eso ocurrió no mucho después del final de la Segunda Guerra Mundial,
una guerra que terminó con la derrota de Hitler, a la cual los franceses...
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