En El Nombre De Su Dios Original Spanish
En el nombre de su dios
J.Gomez Ruiz de Lizaso
Nota del autor
Si en estas líneas buscáis una apasionante novela de crimen e investigaciones, cerrad el libro y no perdáis el tiempo. Porque en esta historia los muertos en vida superan a los que yacen inertes y, aunque hay crímenes y criminales (como en toda novela negra), también, pero más numerosos, son los instigadores deesas muertes, aquéllos que encubren las causas propiciatorias de la pérdida de escrúpulos en el alma de sus semejantes; pérdida que, forzosamente, lleva al ser humano a convertirse tan sólo en «ser», dejando la humanidad olvidada a su paso.
Esta historia intemporal y fortuita, quizá inventada, pero no por ello menos real, lo es de un momento en que dos mundos, dos maneras de entender la vida, lasubsistencia y la creencia en Dios, cruzaron el mismo espacio físico en igual lapso de tiempo. Y de cómo Dios, el único, el de todos, hizo la luz donde moraba el otro, el «dios» de los intransigentes, el mezquino «dios» de todos los que, sin que nadie lo solicite, detentan un poder absoluto sobre otros, humanos como ellos, a los que privan incluso del conocimiento y la cultura, para, de esta forma,tornándolos débiles, ejercer con facilidad su abuso.
Tánger y sus moradores son el escenario de esta pequeña novela, escrita desde el amor y el despecho. Amor por la forma y por aquello que en su día fue, por el amor que entregó a quienes la amaron y el calor que sus gentes otorgaron a los viajeros. Y censura a ellos, los otros, los hipócritas y los advenedizos, que secaron los pechos de la lobabebiendo de sus mamas; esos que, utilizando en vano el nombre de un dios que es de todos, taparon la vida y tornaron noche la luz y el amor, que un día fueron derramados sobre el mundo.
Prólogo
Tánger, vista desde el mar, se asemeja a una mujer desnuda. Sus femeninas curvas, moldeadas por el subir y bajar de las montañas, sustentan las casas de aquéllas que la habitan. Tánger duerme una siestamilenaria tumbada entre dos mares. Los pliegues de su cuerpo, verdes como las algas varadas que cubren las orillas de las playas, se aparecen a la vista del navegante perlados por miríadas de casas blancas. Tánger, la deseada, la amante de tantos pueblos, de tantas civilizaciones, y esposa de ninguno. Tánger, hermosa y radiante, que entre esas mismas montañas atrapó a Hércules miles de años atrás,encerrándole en la cueva que lleva su nombre. Entre los dobleces de la pétrea piel, clara de luz, acoge a sus hijos, como una madre amante pero abandonada y despreciada por aquellos que tan sólo la utilizan como vía de escape al «otro» mundo; radiante pero manchada y descuidada por los mismos que debieran mimarla.
Aturdida por el eco de los imanes que gritan desde las mezquitas, torres doradas,ajenas la mayor de las veces a la tragedia que se vive a sus pies, reforzando con su silencio el dogal ceñido al cuello de los creyentes, impenitentes andarines de sus calles y avenidas. Cientos, quizás miles de niños, con blancos delantales de escuela, caminan sobre chanclas desgastadas, llenando con la algarabía de los juegos infantiles el rumor de las barriadas. Pelean entre ellos, escaramuzasde otras luchas reservadas por el futuro. Saben desde la infancia que la vida es pelea y pérdida. Otros niños, sin escuela ni delantal, brunos por la grasa de los neumáticos o el aceite de los motores, trabajan en silencio porque las luchas del futuro son el presente de sus vidas. Hedor de juegos entre basuras. Viejos y niños, revertidos viejos por un tiempo robado, luchan por el pan que nadieregala, entre la vida que comienza y la vida que termina.
Desde las terrazas de los bares que pueblan las avenidas, decenas de hombres parados gastan el único bien que poseen: el tiempo, exiguo tesoro escamoteado por la injusticia en el reparto de un bien escaso y mal pagado: trabajo. Miran esos hombres melancólicos al otro lado del brumoso estrecho, soñando quizá con el automóvil que conducirán o...
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