Ficha imperialismo - eric hobsbawm
Libro: Industria e imperio
Autor: Eric Hobsbawm
Titulo: La era del imperio (1875 – 1914)
Capitulo: 2
El objetivo de toda concentración de capital y de las unidades de producción debe ser siempre la reducción más amplia posible de los costes de producción, administración y venta, con el propósito de conseguir los beneficios más elevados, eliminando la competenciaruinosa.
En efecto, aunque el ciclo comercial, que constituye el ritmo básico de una economía capitalista, generó, ciertamente, algunas depresiones muy agudas en el período transcurrido entre 1873 y mediados del decenio de 1890, la producción mundial, lejos de estancarse, continuó aumentando de forma muy sustancial. (…) Las economías industriales norteamericana y alemana avanzaron a pasos gigantescosy la revolución industrial se extendió a nuevos países como Suecia y Rusia.
En cuanto a los economistas y hombres de negocios, lo que preocupaba era la prolongada depresión de los precios, una depresión del interés y una depresión de los beneficios. (…) Lo que estaba en juego no era la producción, sino su rentabilidad.
(La capacidad de producir un beneficio suficiente, estaba en peligro)La agricultura fue la víctima más espectacular de esa disminución de los beneficios, constituía el sector más deprimido de la economía y aquel cuyos descontentos tenían consecuencias sociales y políticas más inmediatas y de mayor alcance. En 1894, el precio del trigo era poco más de un tercio del de 1867. (…) La reacción de los agricultores, según la riqueza y la estructura política de sus países,varió desde la agitación electoral a la rebelión, por no mencionar la muerte por hambre, como ocurrió en Rusia en 1892. Los países que no necesitaban preocuparse por el campesinado, porque ya no lo tenían, como el Reino Unido, podían permitir que la agricultura se atrofiara: en ese país desaparecieron los dos tercios de las tierras dedicadas al cultivo del trigo entre 1875 y 1895. Algunas nacionescomo Dinamarca, modernizaron deliberadamente su agricultura, orientándose hacia la producción de rentables productos ganaderos. Otros gobiernos, como el alemán, pero sobre todo el francés y el norteamericano, establecieron aranceles que elevaron los precios. (…) Las dos respuestas más habituales entre la población fueron la emigración masiva y la cooperación, la primera protagonizada por aquellosque carecían de tierras o que tenían tierras pobres, y la segunda fundamentalmente por los campesinos con explotaciones potencialmente viables.
En algunas partes del mundo, la situación se veía complicada aún más por la caída gradual, pero fluctuante e impredecible a corto plazo, del precio de la plata y de su tipo de cambio con el oro. Mientras ambos metales se mantuvieron estables, los pagosinternacionales calculados en los metales preciosos que constituían la base de la economía monetaria mundial eran bastante sencillos. Pero cuando la tasa de cambio era inestable, las transacciones de negocios entre aquellos países cuyas monedas se basaban en metales preciosos distintos se complicaban enormemente.
¿Qué podía hacerse respecto a la depresión de los precios, de los beneficios y delas tasas de interés? Una de las soluciones consistía en una especie de monetarismo a la inversa que, como parece indicar el importante y ya olvidado debate contemporáneo sobre el “bimeta-lismo”, era sustentada por muchos, que atribuían el descenso de los precios fundamentalmente a la escasez de oro, que era cada vez más, era la base exclusiva del sistema de pagos mundial. Un sistema basado en eloro y la plata, mineral cada vez más abundante, sobre todo en América, podría elevar los precios a través de la inflación monetaria.
De todos los grandes países industriales, sólo el Reino Unido defendía la libertad de comercio sin restricciones, a pesar de alguna poderosa ofensiva ocasional de los proteccionistas. Las razones eran evidentes, al margen de la ausencia de un campesinado...
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