Gracias Por La Musica
Según mi incondicional amiga Sandy: -“A quién no le gusta enterarse de lo que pasa más allá
de casa precisamente en estos tiempos?”
De modo que les hablaré de dosedificios cuyas historias respectivas no estarían completas si
no tuviesen música para acompañarlas.
El primero de estos dos edificios es un sótano dinamarqués ilustre … el del CastilloRosenborg
de Copenhagen. A principios del 1600, el rey Christian IV, absolutista cuyos errores
diplomáticos le costaron fortuna a su país, pero infatigable constructor de ciudades y pueblos ynavíos y escuelas y bibliotecas, contrató una orquesta que le ayudara a alejar su melancolía.
Alojados en el sótano del castillo, dos pisos por debajo del hall de recepciones oficiales
adornadaaún hoy por los leones de plata maciza que tanto impresionaban a cortesanos y
diplomáticos de visita, los músicos solían tocar día y noche, a pedido del rey.
La música ascendía por unaespecie de ductos y tubos que tenían su boca de origen en el
sótano y en el hall sus desembocaduras. Los sonidos invadían la sala sin que los invitados
supieran de dónde provenía. Un recurso tanambicioso como inteligente.
Grandes decisiones de estado, pactos y decretos fueron acordados o rechazados según
el humor que las melodías previamente seleccionadas inspiraban en los concurrentes.Melodías que acompañaron guerras y tratados de paz. Conquistas amorosas y expansiones
territoriales. Campañas militares, bailes de gala, insomnios y victorias…
Sin saberlo, sinproponérselo, Christian IV de Dinamarca había iniciado la magia de la música
que hoy llamamos funcional.
El segundo de los edificios, culturalmente más cercano, es el famoso hotel Savoy de Londres.Conocido por muchos de ustedes a la distancia merced a la melodía “Bailando en el Savoy”; otros, quizás
hayan leído aquella novela de Mujica Láinez en la que una inglesa soñadora envejece en...
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