Gridley Austin PR08 Los lobos de la hacienda
Austin Gridley
Pete Rice/8
CAPÍTULO I
EL APACHE MUDO
El barbero era todo un hombre en su oficio. Manejaba con sin igual destreza la
navaja, las tijeras y la maquinilla de cortar el pelo y era limpio y locuaz. Aparte de
esto, sabía todo el mundo en la Quebrada del Buitre, que al sonido de un tiro en la
calle principal del poblado, las herramientas barberiles se trocabancomo arte de
magia en dos magníficos 45.
Porque se debe el caso de que el diminuto Lawrence Michael Hicks, era uno de
los comisarios del “sheriff” Pistol Pete Rice. Hicks rapaba el pelo y la barba a sus
parroquianos y ayudaba a extirpar el crimen en la Quebrada del Buitre, y en otros
lugares del Distrito de Trinchera, en Arizona.
-Dígame, “Miserias”, ¿qué me curaría estas picaduras venenosas delas manos? preguntó el parroquiano que ahora estaba sentado, preparado para afeitarse, en el
sillón.
Todos llamaban al barbero diminuto por el apodo de “Miserias“.
Hicks estaba siempre al corriente de todas las enfermedades y alifafes, reales o
imaginarios de sus clientes. Por grave que fuese una dolencia, para Hicks se trataba
siempre de alguna “miseria“ sin importancia. Y siempre tenía algunamedicina
infalible para ella.
-¡Pardiez! -contestó Hicks “Miserias“-. Nunca me ha faltado lo necesario para
curar esos envenenamientos, hasta ahora.
Y, al decir esto, alcanzó de un estante un frasquito conteniendo una mixtura de
aceite colorado, en la que en la parte delantera, pegó cuidadosamente una etiqueta
en la que podía leerse: “Uso externo“.
-Estoy padeciendo horrores –murmuró el hombre delsillón-. No puedo dormir por
las noches. Me veo obligado a permanecer desvelado, para mantener las manos
vendadas en alto.
-Pues, a partir de ahora, podrá usted dormir divinamente, Mr. Pride- aseguró
“Miserias“-. Aquí tiene usted, patrón.
José Pride tendió sus manos vendadas hacia la botella, se apoderó de ella
ansiosamente y se puso en pie. Pride era un individuo moreno, taciturno y de
modales finosy correctos. Durante varios meses había estado viviendo en la ciudad
de Arizona. Se comprendía que había venido al Sudoeste para atender a su precaria
salud.
-¿Cuánto costará esto, “Miserias“? -preguntó al barbero.
Hicks pareció meditar un instante. Cualquier otro barbero hubiese “clavado” a
aquel hombre aparentemente rico. “Miserias había estado ya una vez en casa de
Pride y recordaba losadornos fastuosos de su vivienda y los cuadros valiosos que
pendían de sus paredes.
-¡Oh, déme dos monedas de las pequeñas! -contestó a su cliente-. Su elaboración
es poco complicada. Me dio la receta la viuda de Gerónimo, cuando estuve en
Nueva Méjico, más allá del camino de Lincoln County. Se hierven una libra de hojas
de “jimson”, con tres onzas de corteza de nogal, se añaden unas tres cuartaspartes
de un vaso de vinagre...
Las risas ahogadas de los pocos parroquianos que esperaban turno interrumpió
su peroración. Las gentes reían ordinariamente de las largas descripciones que
hacia “Miserias de sus innumerables remedios y, sin embargo, la mayoría de los
habitantes de la Quebrada del Buitre se servían de esos mismos remedios.
“Miserias” terminó la explicación de su receta, y luego llamó:
2-¡El siguiente!
Tocóle el turno a un hombre corpulento, de pelo canoso, que ostentaba unos
bigotazos de morsa colgándole a ambos lados de la boca, y que tras unos pasos
sonoros dejóse caer en el sillón. Tenía el pelo excesivamente largo, pero insistió una
y otra vez en que no necesitaba cortarlo. “Miserias“ procedió a enjabonar
cuidadosamente su correosa cara.
Este parroquiano era un forastero.“Miserias“ lo vio llegar aquella misma mañana
en un tren de diez vagones, en el que transportaban los componentes de un circo
ambulante, que le servía para propaganda de una medicina cúralo-todo de su
invención. Ya había levantado la gran tienda de lona más allá de la carretera. La
ciudad entera había sido inundada de prospectos y carteles anunciando el
espectáculo, organizado para la venta de...
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