La clínica psicopedagógica y el discreto encanto de eso llamado afectividad
(Leandro de Lajonquiére)
A los diversos profesionales “psi” generalmente se les pide en las primeras entrevistas la solución de los llamados “problemas de aprendizaje”. Los motivos iniciales de consulta en niños con edad escolar, obedecen en la mayoría de los casos a las diversas dificultades que los sujetos presentanen sus procesos de aprende. En contrapartida a ese específico pedido los profesionales comienzan a preguntarse por la naturaleza de la intervención que puede caberle al caso. Si se debe a una inhibición afectiva de la inteligencia o de una construcción defectuosa de las estructuras cognitivas.
Cada “psico” en cuestión desarrollara el tipo de intervención que completa o a derivar el niño a otroprofesional más indicado.
Nos interesa destacar es que estas actitudes profesionales son comunes en nuestro medio presuponen la existencia de una disociación tajante entre la “inteligencia” y la “afectividad” entendidas en sentido lato.
En el interior de este conjunto de profesionales encontramos a numerosos profesionales autodenominados freudianos y piagetianos. Ya que el psicoanálisis y lapsicología genética constituyen dos polos de referencia. Tanto uno como el otro se han convertido en sólidos paradigmas teórico- práxicos, al primero le discurre la potestad sobre la “afectividad” y al segundo sobre la “inteligencia”.
Pero si bien esta atribución de territorios es generalmente compartida, ella no impide que freudianos o piagetianos por ocasión de realizar una evolucióndiagnóstica concreta o de simplemente conceptualizar los aprendizajes, tengan diferentes maneras de situarse los unos frente a los otros.
Cada campo paradigmático no hace más que construir para sí un exclusivo objeto de conocimiento. Pese a las distintas combinaciones que puedan darse, siempre la manera de plantear el problema estará reinscribiendo, explícita o implícitamente, en el seno del discursopsicopedagógico la clásica dicotomía.
Sin embargo hay profesionales que están firmemente persuadidos de que deben conceptualizar un nuevo espacio teórico- clínico que se inscriba entre las fronteras tradicionalmente admitidas entre el psicoanálisis y la psicología genética. La cual se basa en la propia insuficiencia de los paradigmas para conceptualizar satisfactoriamente lo que nosotros preferimosllamas “problemas” o disturbios”. Las vicisitudes del un sujeto en sus aprendizajes, haciéndonos ecos de las palabras de Clemencia Baraldi.
A nuestro juicio los errores que un sujeto soporta en sus aprendizajes son tanto indicadores de los aspectos estructurales del conocimiento y de su proceso formador como del destino que ellos poseen en el escenario dramático que el deseo inconcientearticula. En palabras de Lajonquiere la fractura en el aprender es producto del choque entre las estructuras inteligentes y las desiderativas.
Es necesario descartar desde un comienzo los términos “factores”, “aspectos” y/o “variables” para referirnos a la “afectividad” y a la “inteligencia” ya que si por acaso llegásemos a aceptarlos caeríamos indefectiblemente en la trampa de intentarconceptualizar, vía dispositivos empiristas, la naturaleza y las circunstancias de la (inter)racción que mantienen entre sí (si es que le presuponemos alguna correlación) estas especies de entidades pre- constituidas.
Este tipo de nomenclatura permite a un paradigma epistemológico que no consigue esconder su rostro empírico- positivista. Por lo general desde allí se ensayan las más variadas soluciones“articulatorias”. Expandir los limites paradigmáticos de la psicología genética incluir la “afectividad”
Se suele reprochar a Piaget la forma de comprender la “afectividad” en sus trabajos. El maestro ginebrino hace referencia a esta, pero podemos afirmar que la “afectividad” nunca llegó a convertirse en un específico objeto de conocimiento y por consiguiente en materia específica de su...
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