lectura
Pero no es sólo el modelo dado en una biografía lo que preocupa al joven en este período, sino que también surge el problema de la búsqueda del grande, el sublime amor queimaginará para toda la vida, pero que acaso se romperá como un cristal al primer choque con una realidad cambiante que todavía el adolescente no se ha acostumbrado a medir, no obstante que la sufre entoda su dramática intensidad. “En esta etapa de la adolescencia, en que se vive enamorado del amor, se le ve en todos los ojos: el “corazón ávido e indeciso lo hurga aquí y allá sin que nada loapresure a quedarse estable, está en el comienzo de la jornada”. La mujer adquiere ahora una altura que nunca había tenido en las aspiraciones del joven, o el hombre se transforma ante los ojos de la jovenen un ideal muy elevado. Para entonces la lectura podrá alimentar el fuego sagrado y ayudar a idealizar aún más al ser amado.
No pretendamos dar a los muchachos en esta edad obras juzgadas desde unaedad desprovista de los bellos y nobles sentimientos de la juventud, que es, por su propia esencia, romántica. El romanticismo, como forma de expresión de sentimientos, no es solamente una escuelaliteraria que pasó, sino un tránsito entre dos épocas de la vida. Nos podemos asombrar, ya adultos, de las lecturas que preferíamos en la juventud. Vistas a la altura de nuestra edad madura, a laaltura de nuestro tiempo”, como diría Ortega y Gasset, éstas nos parecerán insulsas, sin contenido. Por ello es preferible no leer esa clase de obras sino en su época. Después son insípidas, noapasionan, pero desafortunadamente es porque ya nosotros hemos cambiado. Por ello decía Faguet, a quien hemos citado ya: “cuando una novela que os arrancaba lágrimas a los 20 años, os hace reír, no osapresuréis a sacar la conclusión de que es mala y que a los 20 años estabais equivocado. Decid solamente que estaba hecha para vuestra edad y que vuestra edad ya no está hecha para ella”.
Confieso que no...
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