Nuevas Masculinidades
CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA MASCULINIDAD
Ningún colectivo se define nunca como Uno sin enunciar inmediatamente al Otro frente a sí (Beauvoir, 1949). De esta manera, lo masculino (lo Uno) se define, como veremos a lo largo de la obra, en contra de lo femenino (lo Otro). En efecto, la masculinidad como normalidad, como razón, como elemento neutro es pensada en contraposicióna lo femenino, lo enigmático, lo maleable, lo despreciable, lo medicalizable.
Simone de Beauvoir anticipaba ya en 1949 con su Segundo sexo que “la mujer no nace, se hace” afirmación que en la actualidad se hace extensible a la construcción de la masculinidad, a la idea de que también el hombre se convierte en hombre mediante toda una serie de convenciones sociales que convergen en una ideologíade la masculinidad contrapuesta a su Otro, la mujer.
Bien, este es el eje vertebrador de esta obra que a partir de diversos ensayos que parten de la psicología, la filosofía, los estudios culturales y el análisis fílmico realizan una crítica de la masculinidad tradicional y nos ayudan a vislumbrar la construcción social de esta ideología terrorista y opresiva que afecta tanto a hombres como amujeres (aunque evidentemente no con la misma intensidad).
Ahora bien, no todo es deconstrucción y crítica, l@s divers@s autor@s proponen también diversas líneas estratégicas y sugerencias para construir nuevas masculinidades más libres, ricas y alejadas del rol de dominio y control.
De esta manera se evidencia la perspectiva dual que subyace de esta obra, criticando con firmeza y cuestionando lascaracterísticas de una masculinidad violenta y asfixiante pero a la vez construyendo nuevas alternativas y potenciando la capacidad transformadora de los individuos.
La transformación, la evolución del varón en sus comportamientos sociales y privados es primordial para el cambio de la sociedad patriarcal y la eliminación de las desigualdades. Ahora bien, esta no es tarea fácil ya que siglos dehistoria otorgan al varón una situación jerárquica prácticamente inamovible (aunque si adaptable como todas las estructuras de poder) que se vislumbra más beneficiosa que perjudicial y más natural que modificable.
Evidentemente, la masculinidad y la feminidad son productos culturales, pero mientras que para muchas de nosotras, este es un hecho conocido y reflexionado, los hombres no han dedicadoel tiempo necesario para pensar sobre sí mismos (Carabí). El hombre, producto normal, esencia y origen (según la ideología patriarcal), no ha sentido la necesidad de reflexionar sobre sí mismo y sus condiciones, mientras que la mujer, ser anormal, enigmático y oscuro, ha sido objeto de múltiples estudios derivados de todas las ciencias. De esta manera, permaneciendo ajeno a la base constructivadel género, no viendo la necesidad de repensarse o evolucionarse a sí mismo, el hombre, ha permanecido en una creencia esencialista de la masculinidad y de la feminidad, evitando el cuestionamiento de su situación jerárquica, incluso percibiéndola como consecuencia lógica de su misión esencial.
Siguiendo a Judith Butler, diríamos que la construcción social del género depende de la preexistencia deun conjunto de prácticas autoritarias y de convenciones sociales, cuya repetición nos constituye como hombres o como mujeres. Contradiciendo en parte a Habermass en su visión del individuo capacitado para abstraerse de la acción estratégica, este condicionamiento de nuestras acciones, marcado por una historicidad previa coercitiva, descentraliza la idea presentista del sujeto como origen y comopropietario de aquello que dice (Butler, 2002).
El género sexual como acto performativo (Butler), ligado a la idea de representación teatral, de la interpretación que hacemos de la diferencia biológica, traducida en normativas y convenciones de comportamientos repetidos hasta su interiorización.
Así por ejemplo, Derrida, en esta misma línea, duda de la naturaleza ontológica de los actos...
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