puncion lumbal
V. [LAS AMPHLETT]
Justo al dejar Surobwoyna y rodear el promontorio de las dos rocas, tenemos a la vista la isla de Sanaroa, una gran llanura coralina con una cadena de colinas volcánicas en la parte occi-dental. Al este de la isla, en la amplia laguna, quedan las pes-querías adonde, año tras año, vienen los trobriandeses que regresan de Dobu a buscar las valiosas conchas de espóndilo, conlas que, una vez en sus territorios, fabrican esos discos rojos que constituyen una de las principales riquezas indígenas. Al norte de Sanaroa, en una cala sometida a las mareas, hay una piedra llamada Sinatemubadiye'i, que antes había sido una mu-jer, la hermana de Atu'a'ine y Aturamo'a, que vino aquí con sus hermanos y resultó petrificada antes de la última etapa del viaje. Esta mujer tambiénrecibe ofrendas cada vez que las canoas de las expediciones kula pasan ante ella. Siguiendo adelante, a nuestra izquierda se abre una vista magnífica, allí donde las cadenas montañosas vienen a parar en la costa y se van sucediendo pequeñas bahías, profundos valles y rocosos acantilados. Si escrutamos con atención las laderas de estos montes, se distinguen pequeños grupos de entre tres y seis chozasmiserables. Son las viviendas de unos pobladores que pertenecen a una cultura netamente inferior a la de los dobueses, no toman parte en el Kula y antaño eran las víctimas aterroriza-das e infelices de sus vecinos. A mano derecha emergen, tras Sanaroa, las islas de Uwama y de Tewara, esta última habitada por nativos de Dobu. Tewara tiene gran interés para nosotros, pues uno de los mitos queestudiaremos más adelante la reconoce como cuna del Kula. A medida que avanzamos, rodeando uno por uno los promontorios orientales de la isla de Fergusson, una masa de perfiles monu-mentales, firmemente dibujados, aparecen a lo lejos sobre el horizonte, por encima de los últimos promontorios que se ale-jan. Son las islas Amphlett, un eslabón tanto geográfico como cultural entre las tribus costeras de laregión volcánica de Dobu y los habitantes del plano archipiélago coralino de las Trobriand. Este trozo de mar es muy pintoresco e incluso en estas tierras de espléndidos y variados paisajes, tiene su propio encanto. En la principal de Fergusson, dominando la parte sur de las Amphlett, se levanta directamente desde el mar, con esbelta y grácil forma de pirámide, la gran montaña de Koyatabu, elpico más alto de la isla. Su inmensa superficie verde está partida en dos por la cinta blanca de un arroyo que brota casi a media altura y desciende hacia el mar. Desparramadas bajo las lomas verdes del Koyatabu yacen numerosas islas, grandes y pequeñas, del archí-piélago de las Amphlett: colinas rocosas y escarpadas, en forma de pirámides, esfinges o cúpulas, un conjunto pintoresco y extraño deformas caprichosas. El fuerte viento del sudeste que sopla aquí durante las tres cuartas partes del año nos aproxima a las islas a gran velocidad, y las dos más importantes, la de Gumawana y la de Ome'a, casi parecen emerger de la bruma. Al fondear frente al poblado de Gumawana, en el extremo sudeste de la isla, no podemos dejar de sentirnos impresionados. Este poblado, construido sobre una estrechafranja de arena, abierto al rompiente, acosado por la jungla que surge a sus espaldas casi empujándolo hacia la orilla, está construido a prueba de mar, rodeado con muros de piedra que forman varias murallas alrededor de las casas y diques, también de piedra, que dan lugar a pequeños puertos artificia-les a lo largo de la costa. Las chozas, raídas y sin ornamentación, levantadas sobre pilares,resultan muy pintorescas dentro de sus recintos. Los habitantes de este poblado y de los cuatro restantes del archipiélago son gente original. Son una tribu débil en número, fácilmente atacables por mar y apenas si sacan de sus islas ro-cosas lo suficiente para comer; y sin embargo, gracias a su in-comparable habilidad como alfareros, su gran valentía y eficacia como navegantes y su situación...
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