Taylorismo
por P. Muntaner
Reproducido del boletín Resistencia, nº 48, marzo de 2000
La burguesía francesa celebró la entrada en el año 2000 por todo lo alto. Motivos no le faltaban: la Asamblea Nacional acababa de aprobar la llamada «ley de las 35 horas», la mayor embestida de la patronal contra las conquistas obreras de estos últimos años.
Lacompetitividad internacional ha obligado a la burguesía francesa, como a la de todos los países altamente industrializados, a cerrar minas, altos hornos y astilleros, a reconvertir ramas enteras de la producción, a echar a la calle a millones de trabajadores y a sustituir una parte de ellos por mano de obra contratada por las ETTs. Sin embargo, a la burguesía del país vecino le quedaba todavía unaasignatura pendiente. Para acabar de modernizar su economía tenía que imponer una nueva regulación del tiempo de trabajo que, según la misma patronal, «seguía gestionándose de forma demasiado tradicional».
Tras las elecciones de junio de 1997 se formó un gobierno llamado de la «izquierda plural» (socialistas, revisionistas y verdes) que, aprovechando sus estrechos vínculos con las organizacionessindicales, puso manos a la obra. La ministra de Trabajo y «Solidaridad», Martine Aubry, presentó, al poco de hacerse cargo del ministerio, un proyecto de ley de «orientación e incitación relativa a la reducción del tiempo de trabajo», proyecto que fue aprobado por la Asamblea Nacional en junio de 1998. Las «negociaciones» entre los sindicatos y la patronal en las empresas que la aplicaran servirían debase para enmendarla y dar nacimiento a una ley definitiva, que es la que se acaba de aprobar.
Todo este tinglado no ha sido más que una esmerada puesta en escena en la que todos, patronal, gobierno, sindicatos y medios de comunicación han jugado a la perfección su papel: «enfrentamientos» entre madame la ministra de la «solidaridad» y su colega de Economía, «rechazo» de la patronal a la ley, lossindicatos que se niegan a firmarla si no se plasman en ella sus exigencias, 25.000 patronos que se manifiestan por las calles de París, el PCF que replica convocando una manifestación «contra el paro» (su servicio de orden obligó a retirar todas las pancartas que denunciaban al gobierno como cómplice de la patronal), el Parlamento que prepara enmiendas a cada uno de los artículos de la ley (queha sido votada en en bloque por los diputados de «izquierda», la prensa y demás medios que dedican páginas y espacios enteros a explicar su contenido «vanguardista», que organizan «debates» en torno a ella, etc. etc.
Y así, a la chita callando, los principales sindicatos fueron estampando su firma en la ley, el Parlamento corrigió las posibles «fisuras» por donde se pudieran colar algunas mejoraspara los trabajadores y la gran patronal se frotaba las manos: la jugada les había salido perfecta.
La «ley Aubry», verdadero caballo de Troya en la guerra de la patronal francesa contra la clase obrera, esconde en su redacción todas las calamidades que los trabajadores rechazaban con sus luchas y movilizaciones en estos últimos años, calamidades que se pueden resumir en tres palabras:expoliación, flexibilidad y precariedad.
Un atraco a mano armada
En principio, la ley recoge que los trabajadores en cuyas empresas se aplique la «ley de las 35 horas» seguirán cobrando lo mismo que cuando el horario legal estaba fijado en 39 horas. Anunciar lo contrario hubiera sido la guerra. Sin embargo, un mero repaso a la ley muestra que ésta significa una rebaja inmediata tanto en los salariosnominales como reales. Respecto de los primeros, la ley «sugiere» la supresión de la paga extraordinaria, de los pluses por desplazamiento, por intemperie, por peligrosidad, por nocturnidad, etc. Además, la ley prevé que a los nuevos contratados les sea aplicado un salario mínimo por debajo del oficial, permitiendo así la instauración de lo que la clase capitalista pugna constantemente por...
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