08 Schulz Bruno Tratado De Los Maniquies

Páginas: 6 (1357 palabras) Publicado: 3 de mayo de 2015
Tratado de maniquíes o el segundo libro del Génesis
El Demiurgo, dijo mi padre, no tuvo el monopolio de la creación; la creación es el privilegio de todos los espíritus. La materia posee una infinita fecundidad, una fuerza vital inagotable y al mismo tiempo un poder seductor que nos impulsa a modelarla. En las profundidades de la materia se trazan imprecisas sonrisas, se anudan conflictos y secondensan las formas esbozadas. La materia ondula íntegramente frente a las inacabadas posibilidades que la atraviesan como vagos estremecimientos. Mientras aguarda un soplo vivificante, la materia oscila sin cesar y nos tienta mediante millones de curvas blandas y dulces nacidas de su tenebroso deseo.
Privada de iniciativa propia, maleable y lasciva, dócil a todos los impulsos, la materiaconstituye un terreno sin ley, abierto a innumerables diletantismos, a la charlatanería, a todos los abusos, a las más turbias manipulaciones demiúrgicas. La materia es lo más pasivo y desamparado del Universo. Todos pueden modelarla a su antojo. Todas las estructuras de la materia son frágiles e inestables, y están sujetas a la regresión y la disolución.
No hay nada de malo en reducir la vida a nuevasapariencias. El asesinato no es pecado. A menudo no es más que una violencia necesaria respecto a las formas entumecidas y refractarias que han dejado de ser interesantes. Induso puede ser meritorio en el marco de una experiencia importante y curiosa. Podría transformársela en el punto de partida de una nueva apología del sadismo.
Mi padre no cejaba en glorificar ese extraordinario elemento.
Nohay materia muerta, afirmaba, la muerte no es más que una apariencia bajo la que se esconden las desconocidas formas de vida. Su escala es infinita, y sus matices inagotables. Mediante múltiples y preciosos arcanos el Demiurgo ha creado numerosas especies dotadas del poder de reproducción. No se sabe si los arcanos pueden ser encontrados algún día. Pero ello no es necesario, puesto que si esosclásicos procedimientos nos fueran prohibidos de una vez por todas, nos quedarían muchos otros, una cantidad infinita de procedimientos heréticos y criminales.
A medida que mi padre pasaba de esas generalidades cosmogónicas a consideraciones que le afectaban más íntimamente, su voz bajaba de tono hasta convertirse en un penetrante susurro; su tesis se hacía paulatinamente difícil y confusa, y seperdía por regiones cada vez más conjeturales y peligrosas. Su gesticulación adquiría entonces una especie de solemnidad esotérica. Entrecerraba un ojo, se llevaba dos dedos a la frente, y la astucia de su mirada se hacía extraordinaria. Al subyugar a sus interlocutores, y penetrar con su cínica mirada sus más íntimas reservas, alcanzaba lo más profundo de ellas mismas, las empujaba hacia sus últimosreductos y las alejaba con un irónico dedo hasta que surgía de ellas un rayo de comprensión y vida; y sin mostrar ninguna resistencia demostraban de ese modo su acuerdo y complicidad.
Las muchachas permanecían sentadas, inmóviles; la lámpara humeaba, la ropa había resbalado hacía ya rato de la máquina de coser que seguía funcionando inútilmente, cosiendo el hilo que la noche invernal desarrollabahasta el infinito.
Hemos vivido demasiado tiempo aterrorizados por el Demiurgo, decía mi padre, durante un tiempo extraordinariamente largo la perfección de su obra ha paralizado nuestra propia iniciativa. Pero no queremos competir con él. No tenemos el deseo de igualarlo. Queremos ser creadores en nuestra propia baja esfera, aspiramos a los placeres de la creación -en una palabra, a la demiurgia.No sé en nombre de quién ni de qué proclamaba estas reivindicaciones, pero la solidaridad supuesta con una colectividad, una corporación, una secta, un orden no mencionados, daba un carácter patético a sus palabras. Por nuestra parte, estábamos bastante lejos de las tentaciones demiúrgicas.
Sin embargo, mi padre desarrollaba el Programa de esta segunda Creación, de este Génesis heterodoxo...
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