Acervo Hermeneutica Ray El Hombre Ilustrado Ray Bradbury
Bradbury, Ray El Hombre Ilustrado
El Hombre Ilustrado
RAY BRADBURY
1
Bradbury, Ray El Hombre Ilustrado
• PRÓLOGO
• LA PRADERA
• CALIDOSCOPIO
• EL OTRO PIE
• LA CARRETERA
• EL HOMBRE
• LA LLUVIA
• EL HOMBRE DEL COHETE
• LOS GLOBOS DE FUEGO
MUN O • LA ULTIMA NOCHE DEL D
• LOS DESTERRADOS
• UNA NOCHE O UNA MAÑANA CUALQUERA
• EL ZORRO Y EL BOSQUE • EL VISITANTE
• LA MEZCLADORA DE CEMENTO
• MARIONETAS. S. A
• LA CIUDAD
LA HORA CERO •
• EL COHETE
• EPÍLOGO
edico este libro, cariñosamente, a mi padre, mi madre y Skip. D
2
Bradbury, Ray El Hombre Ilustrado
Prólogo:
El Hombre Ilustrado
En una tarde calurosa de principios de setiembre me encontré por prim
era vez con el
hombre i lustrado. Yo caminaba por una carretera asfaltada, recorriendo la última e tapa de una excursión
de quince días por el Estado de Wisconsin. Al atardecer me detuve, comí un poco de carne de
cerdo, unas habas y un bizcocho. Me preparaba a descansar y leer cuando el hombre ilustrado
apareció s obre la colina. Su figura se recortó brevemente contra el cielo. Y
o no sabia entonces que er a ilustrado; sólo vi que era alto, que alguna vez había sido esbelto, y
que ahora, por alguna razón, comenzaba a engordar. Recuerdo que tenia los brazos largos y las
manos anchas, y un rostro infantil en lo alto de un cuerpo macizo.
Me hablo antes de verme, como si hubiese adivinado mi presencia.
Señor, ¿sabe usted dónde podría encontrar trabajo?
Temo que n o le respondí.
Cuarenta años y nunca he tenido un trabajo duradero me dijo. A unque hacía mucho calor, el homb re ilustrado llevaba una camisa de lana, cerrada hasta el
cuello. Los puños de las mangas le ocultab
an las anchas muñecas. La transpiración le corría por la cara.
Y s in embargo no se abría la camisa. Bien me dijo al fin, este lu gar es tan bueno como
cualquiera para pasar la noche. ¿No lo molesto?
Si usted quiere, m e sobra un poco de comida –le invité.
Se sentó pesadamente y lanzó un gruñido.
Se arrepentir de haberme invitado me dijo. Todos se arrepienten. Por eso no paro en ningún
sitio. Aquí estamos, a principios de setiembre, en lo mejor de la temporada de las ferias. Tendría
que e
star ganando montones de dinero en el parque de diversiones de cualquier pu eblo, y aquí me
tiene, sin ninguna perspectiva. El hombre ilustrado se sacó un enorme zapato y lo examinó con atención.
Comúnmente conservo mi empleo diez días. Luego algo ocurre, y me despiden. Hoy ningún
hombre, de ninguna feria del país se atrevería a tocarme, ni con una pértiga de tres metros.
¿Qué le pasa? le pregunté.
El hombre me respondió desabotonándose lentamente el cuello apretado. Cerró los ojos, y con movimientos muy lentos se abrió la camisa. Luego, con la punta de los dedos, se tocó la piel.
3
Bradbury, Ray El Hombre Ilustrado
Es curioso dijo con los ojos todavía cerrados. No se las siente, pero están ahí. No dejo de
pensar que algún dia miraré y ya no estarán. Camino al sol durante horas, en los días más
calurosos, cocinándome y esperando que el sudor las borre, que el sol las queme; pero llega la
noche, y están todavía ahí.
El hombre ilustrado volvió hacia mí la cabeza, mostrándome el pecho.
¿Están todavía ahí? me preguntó.
Durante unos instantes no respiré.
Si dije, están todavía ahí.
Las ilustraciones.
Me cierro la camisa a causa de los niños dijo el hombre abriendo los ojos. Me siguen por el campo. Todo el mundo quiere ver las imágenes, y sin embargo nadie quiere verla
s.
El hombre se sacó la camisa y la apretó entre las m
anos. Tenia el pecho cubierto de
ilustraciones, d
esde el anillo azul, tatuado alrededor del cuello, hasta la línea de la cintura.
Y
así en todas partes me dijo adivinándome el pensamiento. Estoy totalmente tatuado. Mire.
A ...
Regístrate para leer el documento completo.