Adolfo Bioy Casares - El gran serafin

Páginas: 38 (9358 palabras) Publicado: 17 de febrero de 2014
EL GRAN SERAFÍN
Adolfo Bioy Casares

Bordeó los acantilados para encontrar una playa un poco apartada. La exploración
fue breve, pues en aquel paraje ni la soledad ni la lejanía misma estaban lejos. Aun en
las playas contiguas al pequeño espigón de pesca, bautizadas Negresco y Miramar por
la patrona de la hostería, era escasa la gente. Alfonso Álvarez descubrió así un lugar
que de modoadmirable correspondía al anhelo de su corazón: una ensenada
romántica, desgarrada, salvaje, a la que reputó uno de los puntos más remotos del
mundo, Última Tule, Seno de la Última Esperanza o todavía más allá —Álvarez ahora
articuló su divagación en un arrobado murmullo—las Largas y Prodigiosas Playas,
Furdurstrandi. . . El mar entraba encajonado en acantilados pardos y abruptos, en los
que seabrían cavernas. Hacia afuera, a los lados, empinábanse picos o agujas,
modelados por la erosión de la espuma, de los huracanes y del tiempo. Todo ahí era
grandioso para el observador echado en la arena, que sin dificultad olvidaba las
dimensiones del paisaje, en verdad minúsculas. Despertó Álvarez de su
ensimismamiento, descalzó unos piecitos blancos que, a la intemperie, resultaronpatéticamente desnudos, hurgó en una bolsa de lona, encendió la pipa, contempló el
mar y preparó el ánimo para un prolongado paladeo de la beatitud perfecta. Con
asombro advirtió que no estaba feliz. Lo embargaba una desazón que apuntaba como
vago recelo. Miró en derredor y afirmó: "Nada ocurrirá." Descartó la ilógica hipótesis de
un asalto; escrutó la conciencia, luego el cielo, por fin el mar y nodescubrió el motivo
de su alarma.
Buscando distracción, Álvarez meditó sobre la recóndita virtud del mar, que nos
urge a contemplarlo ávidamente. Se dijo: "En el mar nunca pasa nada, si no es una
lancha o la consabida tropilla de toninas, que progresa con arreglo a horario, a
mediodía rumbo al sur, después al norte: tales juguetes bastan para que en la costa la
gente apunte con el dedo yprorrumpa en júbilo. Moneda falsa únicamente cobra el
observador: sueños de viajes, de aventuras, de naufragios, de invasiones, de
serpientes y de monstruos, que anhelamos porque no llegan." Se abandonó a ellos
Álvarez, cuya ocupación favorita era hacer proyectos. Sin duda creía que viviría
infinitamente y que siempre tendría por delante tiempo para todo. Aunque su profesión
concernía alpasado—era profesor de historia en el Instituto Libre—había sentido
siempre curiosidad por el porvenir.
A ratos olvidó su inquietud, y logró así una mañana casi agradable. Mañanas y
tardes agradables, noches bien dormidas, eran para él necesarias. El médico había
dictaminado:
—Cada vez que usted abra la boca no me tragará una farmacia, óigame bien; pero
se me aleja de Buenos Aires, del trabajo y de lasobligaciones. Óigame bien: no salga
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de la urbe para recaer en la muchedumbre de Mar del Plata o de Necochea. Su
remedio se llama tran-qui-li-dad, tran-qui-li-dad.
Álvarez habló con el rector y obtuvo licencia. En el colegio todos resultaron
expertos en playas tranquilas. El rector recomendó Claromecó, el jefe de celadores Mar
del Sur, el profesor de castellano San Clemente. En cuanto aF. Arias, su colega de
Oriente, Grecia y Roma (de puro displicente ni encendía ni arrojaba la colilla pegada a
perpetuidad en el labio inferior), se reanimó para explicar:
—Va hasta Mar del Plata, sale de Mar del Plata, deja a la izquierda Miramar y Mar
del Sur y a mitad camino a Necochea está San Jorge del Mar, el balneario que usted
busca.
Inexplicablemente la elocuencia de F. Arias loarrastró; compró un boleto, preparó
el maletín, subió al ómnibus. Viajó una larga noche, cuya única imagen, evidente a
través de cabeceos y vigilias, era la de un tubo infinito, iluminado por una línea de
lámparas colgadas del techo.
La mañana refulgía cuando divisó el arco del letrero que rezaba:
San Jorge del Mar—Bienvenidos.
La muralla donde el cartelón estaba sostenido se prolongaba a...
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