Alejandro Aura

1Alejandro Aura

Cada vez que un poeta muere, muere también un poco la humanidad entera.
Desde luego no se trata de minimizar ni de menospreciar el valor de la vida de los demás. Todos, hombresy mujeres, somos iguales en dignidad y cada vida que se pierde es desde luego un hecho que produce dolor y deja trunco algún proyecto, alguna oportunidad más. Pero los poetas pertenecen a una castaaparte, sobre todo cuando son, -como lo fue Aura-, de tiempo completo. Son los poetas y las poetisas quienes nos hacen detenernos por momentos ante el fragor de las luchas cotidianas y recapacitar entorno al valor de la vida, a tratar de entender el sentido de la muerte, a intentar discernir que es el amor en todas sus vertientes, a tomar conciencia sobre nuestra responsabilidad ante lanaturaleza, a reflexionar sobre lo que somos, lo que hacemos y también al contrario. Su inspiración es agua fresca, sombra que cobija o calor que abriga en el frío de la noche. Nuestro mundo no sería lo quees si no hubieran existido Homero, Virgilio, Goethe, o más cercanamente Rubén Darío, Amado Nervo, Pablo Neruda, Carlos Pellicer, Rosario Castellanos, Octavio Paz, Jaime Sabines y tantos otros. Poreso es que la muerte de un poeta deja un vacío más hondo del que comúnmente produce el final de la vida de cualquier otro ser vivo, con todo y que para fortuna nuestra, su obra permanece.
Es difícily finalmente no deja de ser subjetivo y quizás prematuro el calificar la obra de un poeta es comparación con otros, ya sean vivos o muertos. En la poesía como en todas las demás expresiones del arte,son en todo caso el gusto y la sensibilidad personal de cada uno, los que aprecian en mayor o menor grado el valor y la importancia de la obra. Leer un poema se asemeja mucho a la visión de uncuadro; simplemente el mensaje y la intención del autor nos alcanzan o no, pero cuando lo hacen pueden llegar a subyugarnos transportándonos a estadios que rayan en el éxtasis y la contemplación. En el...