Alonso Perez

Cultura e identidad, estructura y superestructura
Alonso Pérez Avendaño

Por ser de consistencia “semiótica”, la realización de la socialidad humana tiene que ser en principio original, “única”, ajena al cumplimiento repetitivo y uniforme de la tarea vital. Con esta distinción, Echeverría Bolívar en “Cultura e identidad” presenta la conexión entre las acciones humanas que conforman el ámbitocultural y las del círculo animal, orgánico.
La cultura, apunta el autor, el cultivo de lo que la sociedad humana tiene de polis o agrupación de individuos concretos, es aquella actividad que reafirma, en términos de la singularidad, el modo en cada caso propio en que una comunidad determinada –en lo étnico, lo geográfico, lo histórico– realiza o lleva a cabo el conjunto de las funcionesvitales. Es decir, cultura es según este sentido, cómo la sociedad (francesa, japonés, azteca) consume alimentos, en dónde, bajo qué circunstancias prepara determinados platillos, qué ingredientes utiliza, por qué los alimentos de algunos de sus integrantes son más elaborados que los de otros, cómo influyen las condiciones económicas en esta situación. La pregunta central es ¿por qué comer es algo másque comer?
Para Echeverría es indisoluble la unión entre las actividades culturales y las orgánicas. En esta unión presenta ambas actividades incluso como superpuestas, pudiendo utilizar la fórmula clave del constructo marxista: hay una estructura y una superestructura. Las actividades “animales” se asumen como la base, inalterable, imperecedera, inmutable. Lo “cultural” está por encima, es móvily da movilidad, transforma y da curso al ritmo de una sociedad, de la humanidad.
Cobran sentido las palabras del escritor angolés Gonçalo M. Tavares: “Europa ha comido tanta carne que ha perdido su instinto cazador y está menos rabiosa por hacer algo; la comodidad también conlleva consecuencias negativas, como una cierta pereza; debería haber un mayor equilibrio hoy entre el deseo, lasatisfacción y una ligera hambre en lo material y lo espiritual. El problema es que ahora ha crecido la insatisfacción material y esto se va a convertir en una situación extraña y peligrosa”.
“La comodidad”, un factor cultural, según explica Tavares, ha creado una “culturalidad” distinta en la que los actores sociales, en este caso los ciudadanos europeos, pudiendo extender la afirmación hacia los hombresy mujeres occidentales, han perdido su instinto cazador. ¿Por qué importa esta aclaración? Porque permite contrastar el planteamiento de Echeverría que presupone que la superposición en la estructura vital de las acciones culturales sobre las orgánicas es atemporal, que está dada como principio, cuando en realidad es preciso sujetarla a un proceso histórico para partir de momentos en los quecomer era supervivencia, en los que comer era sólo comer y no formaba parte de un proceso de creación de identidad.
Echeverría asume esta posibilidad al incluir en su planteamiento una “confrontación permanente en la que dicho código (la lengua) se encuentra con las posibilidades reales de su constitución y su vigencia; es el hecho en el que el código se transforma al mismo tiempo que se realiza”.La confrontación de esos códigos ha pasado a ser propiedad casi ineludible de las clases que ostentan algún tipo de poder, en el Siglo XIV y hasta muy avanzado el siglo XIX, hablamos de un poder económico y político propio de la burguesía que, excedida en recursos transformó no sólo el comer, sino el vestir y prácticamente toda actividad social en un acto de valorización diferenciada. “Descreídoen la vida práctica de la imagen que le pintaba el mundo como una imagen de castigo, en el que hay que abstenerse de apreciar el valor de uso porque es un peligro para el alma, el hombre nuevo de las ciudades burguesas comienza a explorar con voracidad el repertorio fascinante de los ‘bienes terrenales’”, escribe Echeverría.
A partir de la construcción de esta modernidad, podemos rastrear...