Amarna

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ANEXO I. EL ARTE AMERICANO. EL DEBATE EN TORNO A LA IDENTIDAD
Como escribe Leopoldo Castedo, "mucho se ha escrito, y mucho ha de escribirse aún, acerca del encuentro (o desencuentro) de Hispanoamérica con su propia esencia" (Castedo: 1988, 368). Toda la historia de "América Latina" ha sido una historia de toma de conciencia y de búsqueda de su identidad. Esos interrogantes, "esa especie deangustia ontológica, ha condicionado la cultura latinoamericana y es precisamente una de sus raíces" (Uslar: 1983, 82). En este sentido, el arte hispanoamericano es esencialmente conflictivo y entraña una dificultad de definición de mayor alcance que la que presenta en apariencia. Chueca Goitia, por ejemplo, se pregunta: ¿es la arquitectura virreinal una simple y exacta proyección de la peninsularen vastos y remotos territorios, o es algo nuevo y distinto? A ello responde de una forma inequívocamente "hispánica": "No afirmo lo uno ni lo otro y creo que ambas posturas son compatibles dentro de una unidad superior que llamaremos transhispánica. Es desde luego, lo mismo y es, a la vez, distinto, y tan hispánico es lo de aquí como lo de más allá, aunque para mis adentros tengo que decir quees más "hispánica" todavía la arquitectura que allí se hizo que la que se labró aquí" (Chueca Goitia: 1966, 165). Desde la segunda mitad del siglo XIX, en que se inicia la revalorización del "arte colonial hispanoamericano", y sobre todo en el siglo XX, se ha dado entre los historiadores y críticos una intensa preocupación por dilucidar las influencias de lo indígena, lo mestizo, lo criollo y lopopular. Acerca de los valores específicos del arte hispanoamericano existen, a grandes rasgos, dos visiones contrastadas, muchas veces opuestas y enfrentadas. El debate podríamos resumirlo así: los que creen en un arte genuinamente americano y los que hablan de "arte en América" (europeo y dependiente por supuesto). Estos empeños por la determinación de una arquitectura provincial, espejo de laeuropea, o bien mestiza y original se han centrado casi monopolísticamente en el análisis de las obras arquitectónicas. Es muy probable que nunca se llegue a un acuerdo en este problema, que en los círculos especialistas, soterrado o abierto, se ha mantenido desde hace más de cincuenta años. La polémica sobre el carácter de estas persistencias o sobre la prioridad de los modelos europeos sobre losamericanos ha ocupado largas décadas de estéril debate, que prefirió el ideologismo al estudio de la realidad concreta, con acusaciones de "nacionalismo"1 o "racismo", derivadas tanto de la pasión "indigenista" como del etnocentrismo europeo, o de confusiones en la terminología. Las verdades a medias, que han llevado a posiciones dialécticas enfrentadas del "todo o nada", no arrojan más luz sobre elconocimiento del arte americano. Plantear hipótesis y verificarlas a partir de una mayor profundización (europeos y americanos) parece ser el camino para un aporte científico.

1 Gasparini, por ejemplo, levantaba su voz en 1972 para denunciar "las negativas interpretaciones nacionalistas, las

cuales pretenden ver en el mismo fenómeno la ininterrumpida continuidad de valores artísticosnacionales desde la época precolombina hasta nuestros días".

2 La segunda posición es la que algunos autores denominan “eurocentrista”, que considera al arte hispanoamericano como una prolongación de Europa o más bien de un arte europeo en América (español o europeo), mera trasposición periférica de los desarrollos artísticos de la metrópoli. Esta posición estaría representada por profesoresnorteamericanos como kubler, Markman, Baird; además de los españoles Angulo, Lozoya, Marco Dorta, Chueca Goitia (la posición de Santiago Sebastián es más ambigua); el alemán Palm2, el francés German Bazin en Brasil, I. Luks o el ítalo-venezolano Gasparini3, director del Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas de la Universidad Central de Venezuela, publicación animada desde su...