American hist
De manera desesperante —y desesperanzadora a vecestambién— el ciclo se repite una y otra vez. Prejuicio que se traduce en intolerancia. Falta de aceptación que es suelo fértil para la violencia. Agresión que genera sufrimiento a unos y goce estúpidoa otros. Ira nacida del vejar o ser vejado, alimento fresco para nutrir nuevamente el prejuicio. Cadena interminable, inercia de la que sólo la inteligencia y el pensamiento pueden decidir parar. Deeso trata Historia americana X.
Una X que nos habla de anonimato, de protagonistas sin rostro, de indiferencia, de historias personales que, en muchos casos, ni siquiera ameritarían su crónica en lanota roja de algún diario. Y es que en un mundo tan diverso, es más fácil notar las diferencias que las semejanzas, los puntos de desencuentro que los de acercamiento. Negro, gay, mujer, católico,latino, pobre, inmigrante, indígena, comerciante, joven, marginado, alto, gordo, zurdo, calvo, judío; nimias disparidades que dan el pretexto para convertir en odio lo que por desconocido nos atemorizaen los demás.
Racismo es el tema de Historia americana X.
Dos historias
La de Derek, el dirigente de un grupo de cabezas rapadas (skin heads) que, luego de las actitudes y convicciones másradicales al estar al frente de esos neofascistas estadounidenses, luego de un “viajecito por la realidad” pone en tela de juicio todas las creencias de su vida anterior. La reclusión en una penitenciaríapor asesinar a dos jóvenes negros, impone un nuevo orden de ideas cuando él es minoría. Acertado es su compañero de trabajos —negro, por cierto— cuando le recomienda: “Cuídate: aquí el negro eres...
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