amor de dios

INCLUDEPICTURE http//www.multimedios.org/img/img_35.gif MERGEFORMATINET El amor providente del Padre Catequesis de S.S. Juan Pablo II en la audiencia general de los mircoles 24 de marzo de 1999 1. Prosiguiendo nuestra meditacin sobre Dios Padre, hoy queremos reflexionar en su amor generoso y providente. El testimonio de la Escritura es unnime la solicitud de la divina Providencia es concreta einmediata tiene cuidado de todo, desde las cosas ms pequeas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historias (Catecismo de la Iglesia catlica, n. 303). Podemos tomar como punto de partida un texto del libro de la Sabidura, en el que la Providencia divina se pone de manifiesto actuando en favor de una barca en medio del mar Es tu providencia, Padre, quien la gua, pues tambin en el marabriste un camino, una ruta segura a travs de las olas, mostrando as que de todo peligro puedes salvar, para que hasta el inexperto pueda embarcarse (Sb 14, 34). En un salmo se halla tambin la imagen del mar, surcado por las naves y en el que viven animales pequeos y grandes, para recordar el alimento que Dios proporciona a todos los seres vivos Todos ellos de ti estn esperando que les des a sutiempo su alimento t se lo das y ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes (Sal 104, 27-28). 2. La imagen de la barca en medio del mar representa muy bien nuestra situacin frente al Padre providente, el cual, como dice Jess, hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos (Mt 5, 45). Sin embargo, frente a este mensaje del amor providente del Padre surge espontneala pregunta cmo se puede explicar el dolor Y es preciso reconocer que el problema del dolor constituye un enigma ante el cual la razn humana queda desconcertada. La Revelacin divina nos ayuda a comprender que Dios no lo quiere, puesto que entr en el mundo a causa del pecado del hombre (cf. Gn 3, 16-19). Lo permite para la salvacin misma del hombre, sacando bien del mal. Dios todopoderoso (...), alser sumamente bueno, no permitira nunca que cualquier tipo de mal existiera en sus obras, si no fuera suficientemente poderoso y bueno como para sacar bien del mismo mal (san Agustn, Enchiridion de fide, spe et caritate, 11, 3 PL 40, 236). A este respecto, son significativas las palabras tranquilizadoras que dirigi Jos a sus hermanos, los cuales lo haban vendido y ahora dependan de su poder Nofuisteis vosotros los que me enviasteis ac, sino Dios (...). Aunque vosotros pensasteis hacerme dao, Dios lo pens para bien, para hacer sobrevivir, como hoy ocurre, a un pueblo numeroso (Gn 45, 8 50, 20). Los proyectos de Dios no coinciden con los del hombre son infinitamente mejores, pero a menudo resultan incomprensibles para la mente humana. Dice el libro de los Proverbios Del Seor dependen lospasos del hombre como puede el hombre comprender su camino (Pr 20, 24). En el Nuevo Testamento, san Pablo enuncia este principio consolador En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28). 3. Cul debe ser nuestra actitud frente a esta providente y clarividente accin divina Desde luego, no debemos esperar pasivamente lo que nos manda sino colaborar con l, para que lleve acumplimiento lo que ha comenzado a realizar en nosotros. Debemos ser solcitos sobre todo en la bsqueda de los bienes celestiales. Estos deben ocupar el primer lugar, como nos pide Jess Buscad primero el reino de Dios y su justicia (Mt 6, 33). Los dems bienes no deben ser objeto de preocupaciones excesivas, porque nuestro Padre celestial conoce cuales son nuestras necesidades nos lo ensea Jesscuando exhorta a sus discpulos a un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las ms pequeas necesidades de sus hijos (Catecismo de la Iglesia catlica, n. 305) Vosotros no andis buscando qu comer ni qu beber, y no estis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan las gentes del mundo, y ya sabe vuestro Padre que tenis de ellas necesidad (Lc 12, 29-30). As pues, estamos...