analisis de los cachoros
Allí llegué el 2 de diciembre de 1995. Esperaba encontrar la tumba de un príncipe. Imaginaba que quien llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo vivía su posteridad en un mausoleo de mármoles y enchapes de oro, y me desencanté al ver una moradahumilde, adornada con pequeños pinos pátula, gladiolos y azucenas.
Había empezado a buscar la historia de este difunto del que básicamente sabía que a todos —a la ciudad y al país— nos hizo sufrir y nos cambió definitivamente. Él, igual que centenares de latinoamericanos, conoció en los inicios de los años setenta el comercio de la cocaína; sabía que daba dinero pero estaba lejos de imaginar que setrataba de una caja de Pandora de la cual brotaron manantiales de riqueza y, luego, como en el mito griego, tempestades y guerras. Unas y otras, riquezas y tempestades, lo llevaron por caminos que nunca había imaginado. Pablo se diferenció entre su gremio porque, además de ser un próspero narcotraficante, convirtió la muerte en un inigualable instrumento de poder, en un gran negocio y en el sino desu vida.
Soñaba con que en alguna parte estaba descrita su verdadera humanidad. Pero en todo lo que dijo, en lo que quedó escrito o grabado, por lo menos lo conocido, él, campeón del mimetismo, siempre ocultó su ser.
Llegué a Montesacro ese día, 2 de diciembre, porque se celebraba, como cada año, el aniversario de su nacimiento y de su muerte, y tendría la oportunidad de ver a doña Hermilda, sumadre, y a Arcángel, un hombre que se había hecho popular porque permanecía, desde hacía dos años, como vigía al pie de la tumba. Esperaba, y en alguna medida lo corroboré, que un hombre que cuidaba a un muerto, por días, semanas y años, podía tener el suficiente conocimiento y la suficiente confianza para describirlo con profundidad y sinceridad.
Observé con detenimiento a Arcángel —su teztrigueña y su apariencia de hombre elemental—, estaba limpiando y preparando la escena del homenaje al que considera el muerto más vivo de toda Colombia. Pablo —como lo sigue llamando la mayoría, sin nombrar siquiera su apellido, como si se tratara de un amigo o de alguien familiar— fue su camarada de infancia y un hombre que marcó definitivamente su vida; por eso le guarda una especie de amor perenneque lo lleva a cuidar de su reposo.
Arcángel me contó de la peregrinación incesante que llega a esta tumba. Vienen gentes de todos los rincones, de países lejanos, pero sobre todo colombianos por montones. Algunos vienen por simple curiosidad; otros, a rendirle tributo de admiración, y otros más, a implorarle favores. Unos lo hacen silenciosamente y otros, en cambio, alteran la paz deldifunto para complacerlo. Seguramente lo logran porque él siempre gustó de las personas sencillas. «Una madrugada, no hace mucho, un grupo de muchachos llegó, después de una rumba, a saludarlo a gritos y a ofrecerle una botella de whisky que, a manera de homenaje, derramaron sobre el césped».
Por su espíritu guerrero y su generosidad, a Pablo, gente del pueblo lo admiró sin límites. Él mismo loevidenció cuando, recluido en la cárcel de La Catedral, recibió miles de cartas de muchachas, niños, niñas, monjes, sacerdotes, jueces, hermanas de la caridad, deportistas, estudiantes universitarias… «Nadie lo remplaza en el mundo, otro como usted no vuelve a haber, ni ha habido, ni volverá a haber jamás», le escribió una humilde mujer, que vivía en el basurero de la ciudad y recibió una de las...
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