Anarquistas
José Carlos Mariátegui.
Mariátegui no fue un maestro o un pedagogo de carrera profesional, sino que llegó a la
pedagogía como muchos intelectuales latinoamericanos: desde el periodismo, la crítica cultural
y la militancia política (socialista, en su caso). Sin embargo, ha aportado a la construcción de la pedagogía con, tal vez, uno de los pilares más sólidos para pensarla, analizarla y
transformarla. En sus reflexiones se ocupó de la enseñanza en sus diversas expresiones:
“…la
educación primaria, la educación artística, la laicidad, la libertad de enseñanza, los métodos
pedagógicos y las condiciones de trabajo docente”
(Cano, 2012) y comprendió la educación como un hecho social en una compleja relación que iba más allá de las instituciones de
educación formal.
“Amauta”: la vigencia de pensar lo social y lo popular desde América Latina
Su vigencia para pensar el presente latinoamericano es indiscutible. Socialista militante, los
comunistas peruanos lo “acusaron” de ser populista y desestimaron su legado intelectual y
político. Sin embargo, fundó una editorial y una imprenta desde la cual sostuvo varias publicaciones educativoculturales. La más conocida, la revista “Amauta”, fue el medio donde
se difundieron para América Latina desde otros continentes, y desde América Latina hacia ese
mundo, algunas de las producciones del campo educativo, filosófico, artístico, pedagógico,
científico y literario más significativas de su tiempo. Por mencionar solo algunos autores que publicaron allí durante los 32 números, se publicó la primera traducción al castellano de una
obra de Sigmund Freud (“Resistencias al psicoanálisis”), Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro,
Alberto Hidalgo, Bernard Shaw, Ortega y Gasset, Trotsky, Máximo Gorki, Romain Rolland,
entre otros.
Allí se manifestaba la visión de este pensador, en cuanto a la
pluralidad de dimensiones de
lo social. Mariátegui sueña con construir un sujeto latinoamericano revolucionario y plural y,
para eso, al igual que su contemporáneo, el italiano Gramsci, cree que lo previo es una “intensa
actividad hegemónica”.
Los viajes son formativos, hemos dicho en la primera clase. Así lo fue el de Mariátegui en
Europa, sobre todo en tierra italiana, entre 1919 y 1923, donde se forjó su ideología marxista y sus ideas respecto del rol de la educación y la cultura en las revoluciones. Allí conoció a
Gramsci y a Gobetti, determinantes en este sentido.
Influenciado también por cierto misticismo que se agrega a su formación marxista cree que la
revolución llegará solo precedida de una “(…) operación cuidadosa sobre corazones y mentes”,
algo así como el “momento éticopolítico” de Gramsci (Mariátegui, 2010: 28). Para que eso sea posible es necesaria la circulación de la palabra (aunque no lo dice con estas palabras, desde
ya), debe construirse un espacio “interdiscursivo”. A la vez, debe articularse la dimensión
espacial la dimensión política por excelencia con la temporal. Como lo hará más adelante el
argentino Taborda, Mariátegui cree que el futuro socialista y justo llegará de la mano de una
relectura de las tradiciones americanas.
En él la tradición y la revolución articulan; y es en la identidad indígena allí
donde se desarrolla la tradición comunitaria y donde hay que articular el
proyecto de la modernidad.
Junto con su coterráneo Raúl Haya de la Torre pensarán juntos, desde una visión
latinoamericana nueva, el problema del imperialismo como etapa del desarrollo capitalista, en la tensión con el dilema: civilización o barbarie, que planteaba la cuestión de cómo ubicarse
desde la Región, frente a la Modernidad. (Oporto, 2011:59)
La visión pedagógica
La educación para Mariátegui es un fenómeno social y, como tal, debe ser analizado desde sus
cimientos políticos y económicos. Desestima, por eso, la propuesta pedagógica modernizadora ...
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