ANGELES

El Código

Un suspiro… acompañado de un extraño gemir, su abrigo lleno de gruesas gotas de lluvia y su cabello totalmente oscuro, ennegrecido por sus pensamientos, al abrir la puerta, sólo,inquietamente solo, descansando en el umbral. Víctor recorría con su mirada aquellas paredes sobre las cuales descansaba el inmortal frío de la casa, Tanteó con sus manos a ciegas la delicada mesa de maderadonde el pequeño bonsái, ese diminuto universo de imposibilidades y de sueños nunca cumplidos que lo desesperaba, moría. Aguardó silente sin querer subir las escaleras y con desgano soltó el pequeñoequipaje sobre el sillón, había en él tan pocas cosas que pensó que su vida también se resumía en fragmentos inconclusos de imágenes que habían quedado sobre el lente de una pentax amilanada por lasombra de un verdugo.

Afuera la lluvia se hacia implacable para aquellos que trataban de correr desesperados sobre el pavimento en busca de resguardo, algunos de ellos apenas si respiraban dejando eleco de sus gritos retumbando en el interior de la casa, el perro del vecino empezó a ladrar de una manera tan desesperada que no se detuvo sino hasta tiempo después que los pasos no se volvieron aescuchar, las prostitutas ahora con el maquillaje corrido permanecían unas en el interior del bar y las otras bajo el balcón que sostenía el luminoso aviso de la droguería.

Su profundo desesperoparecía incrementarse conforme recorría las baldosas de su casa, una amarilla, luego una vinotinto, luego otra amarilla mas opaca…llegó a la cocina, abrió la nevera de un solo tirón, dentro el aire menosfrío que en la calle y la luz que permitía ver el vaso de leche, justo al lado del envoltorio de lo que antes había sido un buen trozo de pan, sacó la cabeza de la nevera y dejo de sostener la puertaque su fue deslizando como por iniciativa propia y fue apagando lentamente el rostro de Víctor hasta dejarlo de nuevo tan oscuro y triste como antes. Volvió su mirada hacia el equipaje como tratando...