Animo, La Vida Sigue

Páginas: 5 (1135 palabras) Publicado: 8 de octubre de 2012
Era septiembre; llovía en los ojos de Isabella. Me senté junto a ella y le pregunté qué pasaba. Sólo encogió los hombros. Intentó limpiarse los mocos con la muñeca derecha, pero aquello siempre ha sido infructuoso…

Yo era su mejor amigo desde la infancia y aún así no sabía cómo reaccionar en esas situaciones. Quizá debí decirle que contaba conmigo para siempre, sólo que a los 14 años unotodavía está muy verde. Nos quedamos en silencio, como siempre que nos escondíamos en aquel traspatio. Era nuestro refugio para los momentos malos o tan sólo para aislarnos un poco a escuchar la soledad de los grillos.

Isabella se llamaba así porque su madre juraba que tenía sangre italiana. Yo quedé cautivado por Isabella desde el momento en que se mudaron junto mi casa. La primera vez que la visostenía un león de peluche y una lonchera un poco maltratada (después me diría que era su valija de tesoros). Me atraparon sus ojos claros y la cabellera larga, pese a esos moños absurdos. Su madre daba órdenes a los de la mudanza y a mí me pareció una mujer muy guapa. “Hazte para allá, hija, no estorbes”, le dijo a la pequeña, “siéntate allí, junto a ese niño” y me señaló. La chavita fue aacomodarse a mi lado. Yo hice como que la ignoraba, pero algo me impulsó a sacar del bolsillo mis estampitas de aviones. A ella le encantaron y acabé regalándole las repetidas. Allí nació nuestra amistad, que se fortaleció en la escuela y se fue transformando en mucho más, muy a su pesar, muy en mi contra.

Isabella y yo éramos los líderes de la pandilla. Siempre estábamos tramando travesuras, comosecuestrar al gato de doña Morticia, una vecina que, jurábamos, era bruja. Pero el condenado animal siempre se nos escapaba. En la escuela, Isabella era de las más aplicadas, yo intentaba ir a su ritmo, pero la neta es que yo siempre he sido malo para las matemáticas. A los 12 años ella ya comenzaba a perfilar una silueta que llamaba la atención. Y aunque nos hacían burla con eso de que “¡sonnovios, son novios!”, nosotros sólo nos reíamos. Éramos mucho más que eso, había una complicidad forjada con los años, enraizada en juegos infantiles y secretos compartidos. A su lado me olvidaba de la ausencia de cariño de mi padre, del misterio que hay detrás de mi madre y de la neurosis de mi madrastra, Isabella era hija única, de madre soltera, y un día me confesó que ella nunca se casaríaporque su jefa le inculcó eso de que todos los hombres son una mierda. Yo soñaba con ser novio eterno de Isabella y casarme con ella y tener dos hijos que sacaran sus ojos… Alguna vez jugamos a casarnos en una kermes y hasta nos dimos uno que otro beso a escondidas, pero nos pesó más la amistad.

Apenas habíamos entrado a la secundaria cuando la madre de Isabella se “juntó” con un tipo queaborrecíamos. A mí me caía gordo porque Isabella no lo soportaba. El sujeto manejaba un Mustang y era medio padrotón. Nunca supe en que trabajaba, pero en el barrio decían que traficaba con drogas. A mí me importaba Isabella, solamente. Ella estaba en la escolta y era la más guapa de la escuela. Yo entré al coro para aprender a tocar guitarra. En tercero de secundaria ya nos veíamos menos, se juntaba máscon sus amigas y comenzó a perder alegría. Empecé a encontrarla más seguido en el traspatio, tristeando y quejándose de lo estúpida que era su madre por estar con el pendejo de su “marido”. De buenas a primeras dejó de ser la chica brillante de su clase, se volvió rebelde y la explicación que daban era que “la adolescencia es una de las etapas más complicadas para una mujercita”. Yo parecíaperder a mi mejor amiga.

La última vez que platicamos en el traspatio me dijo que “eres el mejor amigo que he tenido. No olvides que te quiero mucho”. Y se recargó en mi hombro mientras mirábamos hacia aquel árbol que trepábamos de niños. Sus lágrimas mojaron mi hombro. Yo la abracé en silencio. Isabella me besó en la boca antes de irse. Y esa noche tardé en conciliar el sueño. Por la mañana me...
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