Apagadas Estan Las Luces Richard Laymon
APAGADAS
ESTÁN LAS LUCES
Apagadas..., apagadas están las
luces..., ¡todas ellas!
Y sobre cada temblorosa forma,
cae el telón, palio funeral,
con la acometida de una
tormenta.
Y los ángeles, pálidos y tenues,
alzándose sin velos, afirman
que la obra es la tragedia
Hombre,
y el héroe, el Gusano
Conquistador.
EDGAR ALLAN POE
Prólogo
—¿Estás segura de que no es
visitada porlos fantasmas? —
preguntó Ray.
La casa de estilo Victoriano,
curtida por la intemperie, arrojaba su
sombra sobre el patio delantero lleno
de malezas y el Trans Am de Ray.
—¿No sería estupendo? —dijo
Tina—. Nunca he visto un fantasma.
—Esta puede ser tu gran
oportunidad.
Ray tiró de la manija de la
portezuela, pero vaciló y volvió a
mirar por el parabrisas. Se mordió el
labio inferior.
—¿Prefieresque no nos
quedemos? —preguntó Tina—.
Quiero decir, sólo porque Todd se
ofreciera a permitirnos usarla, no
estamos obligados a quedarnos.
Podemos buscar algún otro lugar si
quieres. Un motel o algo así.
—Creo que servirá —dijo Ray.
—Simplemente es vieja. Me
dijo que no esperara demasiado. La
compró para acondicionarla.
—¿Y cuándo piensa empezar?
Tina sonrió.
—Puede que sea maravillosa,
una vezestemos dentro.
—No me gustan esos barrotes
en las ventanas.
—Ha tenido unos cuantos
problemas con los gamberros. Esto
está tan aislado...
—Sólo espero que no se
produzca un incendio. Un lugar viejo
como éste ardería como papel. Y
esos barrotes... No sé, Tina. Me da
mala espina.
—Has
visto
demasiadas
películas, ese es tu problema.
—¿De veras?
—Echemos al menos una
mirada dentro.
—¿Por qué no?Salieron del coche. En la
sombra, la brisa del océano puso
carne de gallina en la desnuda piel
de Tina. Echó hacia delante el
asiento trasero del coche, y rebuscó
algo detrás.
—Deja la comida y las cosas
hasta que hayamos echado una
mirada.
—Estoy buscando mi blusa —
dijo Tina.
La encontró metida detrás de la
cesta de picnic que habían usado en
la playa, y tiró de ella.
Ray hizo una mueca dedisgusto
mientras se la ponía.
Tina sonrió.
—No quiero que los fantasmas
me vean en bikini —dijo.
—No hay nada peor que un
fantasma lascivo.
Mientras ella se abrochaba la
blusa, Ray metió una mano por la
parte de atrás del sucinto
pantaloncito de su bikini. La piel de
Tina estaba húmeda aún del baño.
Ella agradeció aquella mano cálida y
seca.
Él empezó a retirarla.
—Ohhhh, sigue...
Ray le dio unapalmada en el
trasero.
—Tempís
is
fugitating.
Echemos una mirada al interior, y
luego vayámonos. Hay un buen trecho
hasta el motel más cercano.
—Quizá después de todo te
guste.
—Bueno, el precio no está nada
mal. ¿Tienes la llave?
—Aquí.
Alzó su bolso del suelo del
coche, y se lo colgó del hombro.
Cruzaron el patio lleno de
maleza y subieron media docena de
escalones hasta un porche cubierto
que seextendía a lo largo de toda la
parte frontal de la casa. Mientras
rebuscaba en su bolso, Tina vio el
pesado llamador de bronce de la
puerta...; una calavera.
—Aquí tienes a tu Todd —dijo,
sonriendo—. No es extraño que
comprara el lugar. Es tan él.
Ray no pareció divertido.
—¿Qué crees que es Todd, un
comecadáveres? —comentó.
—Realmente hay que reconocer
que es apuesto.
—¿De veras?
Ella siguióbuscando la llave,
vuelta hacia la puerta para ocultar su
sonrisa. Ray podía ser tan infantil a
veces... Era divertido lanzarle el
cebo de tanto en tanto, pero sabía
también cuándo debía parar. Si iba
demasiado lejos, él podía aplicar su
tratamiento de silencio.
Encontró la llave.
—¿Listo?
—Como siempre.
La metió en la cerradura, y la
hizo girar. El pestillo se descorrió
con un clac. Empujó lapuerta,
gozando con el chirrido de sus
goznes.
—Naturalmente, chirrían —
murmuró Ray.
—Les echaremos un chorro de
aerosol lubricante antes de irnos. Eso
lo arreglará.
Aquello hizo sonreír a Ray.
«Todo está bien», pensó ella.
Entró en el vestíbulo sumido en
la penumbra, captó con el rabillo del
ojo a alguien a su lado, y se echó
bruscamente hacia atrás. Colisionó
con Ray.
Riendo, él la sujetó...
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