Asterix
“El día siguiente quiso aprovecharlo desde la primera hora, pues no quería tener que precipitar con prisas el final de una entrevista. Pipa estaba crecida por la experiencia. ¿A quién podía preguntar hoy? Quería alguien con quien pudiese estar relajada. En cuanto vio en la estantería su colección completa de Astérix, no lo dudó: «¡Cómo me gustaría preguntarle a él! ¡Allá voy!» Y allá fue: «Astérix y la sorpresa del César» Se encontraba en el campamento de Babaorum: ‐Oye, Astérix, soy una fan de tus aventuras. Vengo buscando tu ayuda: estoy haciendo periodismo de investigación y quiero saber qué es la misa. No había caído Pipa en que era el año 50 antes de Jesucristo y que no tendría ni idea. Pero el bueno del viejo galo siempre estaba dispuesto a ayudar: ‐Pardiez! Lo de «misa» me suena bastante: todos los domingos muchos niños me dejan tirado en la cama cuando se oye el grito de «¡Vamos a Misa!» Pero no sé más. De todas formas, no te preocupes: si me fui hasta la India cuando lo necesitaban, llevando a Asurancetúrix para que cantase allí y lloviese, ahora haremos por ti lo que haga falta. Pipa le explicó muy por encima lo que pretendía. Astérix no se asustó: un gran viajero como él había visto muchas formas de tratar con los dioses. Lo mejor sería organizar una mesa redonda y que cada uno explicase cómo se comunicaba su pueblo con los dioses. Obélix fue el encargado de reunir allí a un romano, un hebreo y un griego. Entre tanto hombre adulto, la pequeña se encontraba algo incómoda. No era que se sintiera asustada‐ era periodista y entre sus planes para el futuro estaba cubrir una o dos guerras‐: el temor no estaba entre sus presupuestos, pero sí pensó que le gustaría contar a su lado con alguien más cercano a ella, por lo menos en términos de edad. Pidió a Obélix poder llevar una invitada. No tenía inconveniente. Eligió a Cecilia, una joven romana‐ de las primeras cristianas‐, rica y guapa. En la gran casa de su familia, a las afueras de Roma, excavaron catacumbas, en las que los cristianos celebraban sus primeras reuniones. Y empezó la sesión. ‐Esta joven‐ empezó Astérix‐ necesita que le digamos algo acerca del modo como se relacionan vuestros pueblos con los dioses: sí tenéis alguna institución para tratar a los dioses. Pipa moderará la mesa redonda, pero me ha pedido que procuréis expresaros con algo gráfico, una fórmula o algo sencillo. Debéis ir a lo esencial. Igual que el aceite de roca o petra oleum es un ingrediente fundamental para la pócima de Panorámix, debéis decir qué es lo fundamental en vuestro culto a los dioses. Pipa agradeció a todos su asistencia, e invitó a Romanus a que tomase la palabra. Romanus y las víctimas enviadas ‐No sé si podrá aportar mucho, pero la palabra «misa», con dos ese, missa, es romana, latín, que llaman ahora. ¿Sabéis lo que significa? A lo mejor da alguna pista. A Pipa le interesó aquello. Nunca se había preguntado por el significado literal de la palabra «misa» y se culpó por ello. ‐Missa significa «enviada». Los sacerdotes, cuando ofrecen un sacrificio, cogen el animal que matan en honor de los dioses sobre el altar, y al final se dirigen a los asistentes, al sacrificio y les dicen: «Ite missa est», que significa: «Idos, ha sido enviada». ‐¿Qué ha sido «enviada»? Porque falta el sujeto‐ Observó con un poco de vanidad. ‐La víctima. Lo que viene a decir es: podéis marcharos ya, porque la víctima ha sido enviada a los dioses. Y explicó que en Roma tenían muchas divinidades y que se dedicaban bastante a ellos: «Somos un pueblo muy devoto» ‐Conoceréis el Panteón de Roma –agregó‐ El Panteón romano es un templo que está como poblado por un ...
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