BORRADOR INICIO NOVELA

BORRADOR INCIO NOVELA

Menores, yo nunca corrijo y repaso mis escritos hasta que no estoy seguro de que los voy a publicar, más que nada porque es una pérdida de tiempo corregir algo que luego voy a cambiar o retocar. Así que os pido perdón de antemano por las faltas de ortografía y os pido que las paséis por alto para darme vuestra opinión.

Gracias por vuestra ayuda.



CAPÍTULO 1


La tetaestaba calentita, como a mí me gusta, y dura, con la piel tirante. El pezón llenaba mi boca. Yo jugueteaba con él, con la lengua y los labios. Me encantaba. Si de mí dependiese, podría pasarme así todo el tiempo. Por desgracia, muy pocas cosas dependían de mí. En realidad, prácticamente ninguna.
―Qué mono ―dijo mi mamá―. Ahora un poco de la derecha.
Me colocó hacia el otro lado y se bajó la ropa quesiempre cubría sus pechos. Esa ropa tenía un nombre, una de esas palabras que me costaba recordar porque mi mamá no la pronunciaba casi nunca. Creo que solo la había oído una vez, y era demasiado larga. En cuanto el pezón quedó a la vista, lo agarré y me lo metí en la boca. Chupé, lo saboreé, lo abracé. Cerraba los ojos mientras disfrutaba de lo mejor que mi corta vida me había ofrecido hasta elmomento.
El tiempo era un concepto muy complicado del que mi papá y mi mamá hablaban mucho. Yo estaba casi convencido de entenderlo, pero ellos se referían a él con muchas palabras diferentes, que si no me equivocaba, indicaban algo así como su tamaño. Las palabras que más empleaban eran «horas» y «minutos», también «mucho» y «poco», aunque esas se aplicaban a muchas más cosas. A mí me costabamucho medir el tamaño del tiempo. Lo que sí sabía con certeza es que cuando mamá decía que ya era bastante, siempre me parecía pequeño. No, pequeño no, eso es otra cosa, me parecía «poco».
Así que lloré.
―Está bien ―dijo mi mamá―. Otro poco más para mi pequeñín.
Funcionó. Me acercó de nuevo a su pecho y yo fui feliz «otro poco más». Lloré de nuevo cuando se terminó, pero esta vez ya no funcionó. Esaera otra de las cosas que me despistaba. A veces llorando conseguía lo que yo quería, otras no, y no lograba entender la razón. En algunas ocasiones, muy pocas, mi llanto incluso ocasionaba una sonrisa en mis papás. En cualquier caso, ante la duda, lo mejor era intentarlo.
Yo sabía que no conseguiría más, pero seguía llorando. Creo que esa fue la primera vez que fui consciente de que mi mamátambién sabía que yo lo sabía. Ella notaba algo distinto en mi llanto, me miraba con expresión paciente, sabiendo que mi protesta no duraría mucho más. La gente grande, no solo mi mamá y mi papá, sabían más que yo de todas las cosas. Eran muy listos. Podían hacer de todo, controlaban la luz y la oscuridad, los sonidos, y tenían muchos objetos que hacían toda clase de cosas maravillosas eincomprensibles. Dominaban el mundo a mi alrededor.
Algunos de aquellos objetos eran míos al parecer. Se llamaban... juguetes, sí. Si los tocaba, mis papás se ponían contentos, excepto alguna vez que me los metía en la boca, algo que me gustaba mucho hacer, por cierto. Sin embargo, si tocaba otros objetos que no fueran juguetes mis papás casi siempre se... Aún no sé qué palabra se usa para esa situación. Creíaque se enfadaban, pero no se trataba de eso. Les cambiaba la voz, eso sí, y solían decir mi nombre muy alto. Luego se acercaban muy deprisa, a una velocidad increíble que yo no creía que nunca pudiese alcanzar, y me quitaban el objeto de las manos. Casi siempre respiraban muy rápido y tenían los ojos muy abiertos.
De ese modo aprendí mi nombre. Hacía tiempo que yo sabía que había una palabra paramí, pero no identificaba cuál era porque usaban muchas, como «cielito», «pequeñín» o «cariño». En ocasiones varias palabras, lo que me confundía más, como «mi bebé» y «nuestro tesoro». Había otra persona grande que a veces venía a nuestra casa, y que siempre daba un beso a mamá, que me llamaba de formas muy extrañas. La única que logré memorizar era «el pequeño cabroncete». La tercera palabra me...