Brasil

Las elecciones del domingo 3 de octubre en Brasil tienen un claro protagonista: el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que a partir del 1 de enero de 2011 dejará de ser el jefe de Estado brasileño. En sus dos mandatos, el gobierno de Lula y de su Partido de los Trabajadores (PT) ha conseguido transformar el país en una de las potencias emergentes más destacadas del mundo.
Ninguno de loscandidatos presidenciales que aspiran a sucederle puede compararse con él. La popularidad del (todavía) presidente radica en su persona, va más allá del acierto (o desacierto) de las políticas llevadas a cabo durante sus ocho años de mandato. Criticado por los sectores más conservadores o contrarios a sus políticas de "buena voluntad" (el acercamiento a líderes como Mahmud Ahmadineyad o suconnivencia con el régimen chapista), su reputación se ha mantenido intacta en Brasil, donde goza de índices de aceptación de hasta el 80%. 

Ni tan sólo la candidata oficialista del PT, Dilma Rousseff, que fue designada por Lula a pesar de la oposición de algunos sectores del propio PT, ha querido apartarse de la figura de Lula para forjar su propia identidad como presidenciable. Más bien se haservido del carisma del presidente para ganar apoyo en sus actos de campaña. Las referencias a su mentor en los discursos han sido innúmeras y el propio Lula ha sido sancionado varias veces por el Tribunal Superior Electoral, al aparecer en los mítines de Dilma y excederse en sus funciones de presidente. 

Sin embargo, la candidata del PT no es la única que se sirve de la popularidad de Lula paraganar apoyo en los comicios. El candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), José Serra, principal oponente de Rousseff, no ha tenido ningún reparo en reconocer los logros del Gobierno de Lula e incluso elogiar la figura del fundador del PT. La estrategia respondía a una intentona por ganar simpatía entre el electorado, pero no gustó nada a los pesos pesados del partido, que loacusaron de no ofrecer una imagen suficientemente sólida. 

Marina Silva, candidata del Partido Verde (PV), fue ministra de Medio Ambiente durante la primera legislatura de Lula (2003-2007). Las diferencias con la por entonces ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff, provocaron la salida de Silva del Gobierno. Aun así, la candidata verde siempre se ha amparado en su experiencia como ministra enel gabinete de Lula para hacer valer su candidatura presidencial. 

Según la mayoría de encuestas publicadas hasta ahora, Rousseff es la máxima favorita con una intención de voto entorno al 50%. Le sigue el socialdemócrata Serra, con un 27-28%, y la ecologista Silva, con un 13-14%. Ante la (casi) certeza de que Dilma Rousseff se convertirá en la primera mujer en presidir el mayor país deLatinoamérica, la única duda que resta es saber si para proclamarse como tal deberá recurrir a un segundo, que tendría lugar el domingo 31 de octubre. 

Los gobiernos conservadores y los países que tradicionalmente han protagonizado la política internacional aguardan con cautela el resultado de los comicios. Temen que las nuevas relaciones internacionales de Brasil, iniciadas con Lula, cobren un nuevoimpulso con Rousseff y conduzcan a un nuevo orden mundial (donde ellos tengan un papel secundario). Por otro lado, los millones de brasileños que han salido de la pobreza gracias (en parte) a las políticas sociales de Lula, temen que una eventual victoria de Serra perjudique a los trabajadores y a la clase media. 

Son 192 millones de habitantes, de los cuales 135,8 millones de votantes paradecidir el destino del nuevo "país de las oportunidades". Sea quien sea el nuevo presidente (o presidenta), Brasil tiene un gran futuro por delante. Aunque no menos grande es el reto para hacerlo realidad.

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