cambios en la mentalidad
2. — ESTO es un insulto, un atropello! -gritó Tomás-.¡No puedes cuidar de mí, tenemos la misma edad! —Soy mayor que tú -replicó Lucía tran-quilamente. —¡Solo tienes tres meses más que yo! -protestóel niño. —Pero he aprendido mucho en esos tres meses-dijo ella con una sonrisa de suficiencia-.Además,las chicas maduramos antes. Los padres de Tomás; habían decidido acudir auna cena a última hora y no habían encontradoninguna canguro disponible, de modo que lehabían pedido a Lucía, su vecina y amiga, que sequedara con él para que no hiciera ningúndesastre la última vez que lo habían dejado solo,el angelito había estado a punto de prenderlefuego a Ha casa con su juego de química).
3. Tomás acababade cumplir los diez años y se asombrada, pues Tomás era un teleadicto fu-creía todo un hombre, y consideraba una ribundo-. Tienes permiso hasta las once.humillación insoportable que lo hubieran dejado —Todo lo que dan esta noche es una plasta.al cuidado de Lucía. Prefiero que mi canguro me cuente un cuento - —¿Ah, sí? Pues yo soy más grande y más dijo él con tono burlón.fuerte que tú -dijo elniño con tono amenazador-, —Está bien, te contaré un cuento.así que no puedes impedirme que haga lo que me Lucía se sentó en el sofá de la sala de estar,dé la gana. frente al televisor apagado, y Tomás se repantigó —No eres más grande, sino solo más gordo - en un sillón.replicó Lucía-. Y no necesito la fuerza para —Estoy listo. Empieza a contar, esclava.controlarte. Tengo el teléfono de la casa en laque —Érase una vez una princesa...están cenando tus padres, y me han dicho que los —¡Una princesa! -la interrumpió el niño-. ¡Nollame si te portas mal. pretenderás contarme una cursilada de cuento —Tú no harías eso, no te convertirías en una con princesas, hadas y esas tonterías!vulgar chivata... —¿Cómo puedes decir que es una cursilada si —No, si no me obligas. aún no sabes de qué va, botarate?-a Lucía le Tomás estuvo a punto de tirarse al suelo y gustaba usar insultos antiguos, de los que le oía aempezar a gritar y a patalear; pero se daba cuenta su abuela, aunque no sabía muy bien lo quede que eso era propio de un niño pequeño y, significaban.aunque estaba furioso, su miedo al ridículo era —Pues claro que sé de qué va —replicó Tomás-.mayor que sus ganas de desahogarse. De modo Va deprincesas, y no voy a permitir que meque se contuvo y dijo: cuentes un cuento para niñas. Quiero uno de —Está bien, puesto que tienes que cuidar de terror.mí, cuéntame un cuento. - De acuerdo. Te contaré uno en el que tú —¿No quieres ver la tele? -preguntó Lucía eres el protagonista. 8 9
4. -¿Yo? Tal como te la he contado, sí -reconoció—Sí, tú... Imagínate que te has quedado solo en Lucía-, Peroestar solo en casa es parecido a estarel mundo: eres el único ser humano sobre el solo en el mundo... Imagínate que no estuvieraplaneta... yo, que ahora mismo estuvieras solo en casa...—Oye, eso me gusta. Podría hacer lo que Sabes que estás solo, has echado el cerrojo y niquisiera y todo sería mío... siquiera tus padres pueden entrar si no les—Sí. Eres el único ser humano del mundo y estás abres...Te vas a tu habitación tan tranquilo, y deen tu habitación a punto de irte a la cama. Y de pronto llaman a la puerta...pronto llaman a la puerta. —Qué tontería, son mis padres que han vuelto—¿Y? -preguntó Tomás visiblemente nervioso. antes de lo previsto.—Ya está. —Llaman a la puerta de tu habitación -precisó ella—¿Cómo que ya está? con voz insinuante.—Ya se ha terminado. Es un cuento corto....
Regístrate para leer el documento completo.