Camino al corazón, primera parte
La “Cinderella”, un navío de más de 20 metros de largo y 10 de ancho era una embarcaciónacostumbrada a lidiar con las aguas de este alejado rincón del mundo, pero esta noche era diferente, en esta noche parecía que todos los monstruos de las profundidades, todos los vientos venidos de las cuatroesquinas del orbe, toda incertidumbre climática surgida desde las incógnitas atmosféricas, todas y todos habían decidido aquel día reunirse e intentar que nadie se atreviera a navegar. Pero latripulación de la Cinderella no les temía, eran marineross avezados que como toreros lidiaban en un ruedo cuya arena eran las aguas azules profundas y oscuras de los mares del sur.
El capitán del barco,Martín Rocha, había vivido toda su vida en barcos como el descrito, era un viejo lobo de mar, el último de una larga cadena de generaciones que se remontaba hasta finales del siglo XVIII. El resto delos marineros eran, el teniente Felix Esquirol, el cabo Francisco Caro, y los navegantes José Pablo Naranjo, Gonzalo Camus, Rodrigo Avila, Jaime Azocar y el joven primerizo Pelayo Mencos. Todos elloscon excepción del último habían compartido largas jornadas en alta mar, quizás habían vivido más días embarcados que junto a sus respectivas familias.
La Cinderella, había sido construida en unAstillero de la Bretaña francesa y se decía que durante algunos años había estado al servicio del célebre marinero francés Eric Tabarly.
Mientras la mar embravecida jugaba con la vida de latripulación, su capitán observaba desde la capitanía del barco el bosque de olas que debían atravesar, tranquilamente fumaba su pipa y mojaba sus labios en una copa de oporto, era la imagen misma de un...
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