Carbono Oxidable
CARBONO ORGÁNICO (Método de WALKLEY & BLACK)
INTRODUCCIÓN
Desde que Ames y Gaither (1916) demostraron que el carbono orgánico del suelo podía
cuantificarse por oxidación con mezcla sulfocrómica, los métodos basados en la “combustión húmeda” se
generalizaron rápidamente. Sobre esta base, Shollenberger, en 1926, desarrolla una técnica rápida adaptada al análisis rutinario
donde aplica calefacción externa a los tubos de reacción, a una temperatura de 175°C, e incorpora al
método la valoración del C a través de la titulación del exceso de Cr6+ con una sal ferrosa. En 1930,
Degtjareff, utiliza peróxido de hidrógeno previo al agregado de la mezcla sulfocrómica, afirmando que se produce una mejora en el nivel de oxidación del CO. Cuatro años más tarde Allan Walkley y Amstrong Black
demuestran el error de esa conclusión y desestiman el procedimiento. Sin embargo rescatan el hecho de
que la disolución del ácido sulfúrico, en la solución de peróxido, generaba suficiente calor como para lograr
un nivel de oxidación aceptable del CO. Sobre esta observación presentan una simple pero novedosa
modificación a los métodos utilizados hasta ese momento, reemplazando la calefacción externa de la
mezcla sulfocrómica por el calor de disolución del ácido sulfúrico. Un año después este método recibió
fuertes críticas por parte de la Internacional Society of Soil Science debido a que arrojaba resultados
sensiblemente menores de oxidación del carbono orgánico, y variables según el tipo de suelo, en
comparación con aquellos que utilizaban calefacción externa.
En 1947, Walkley, publica un análisis crítico del método, basado en la amplia aceptación que había
tenido, defendiendo la estabilidad del ensayo cuando se respetan las condiciones del procedimiento y reconociendo la necesidad de usar un factor de recuperación para estimar el CO.
Este método, adoptado masivamente por su simplicidad, ha sufrido a lo largo del tiempo
innumerables modificaciones. Las principales variaciones se orientaron a reducir el consumo de reactivos y
a mejorar el punto final en la titulación, respetándose la proporción dicromato/sulfúrico y el tiempo de
reacción. En cuanto a las modificaciones introducidas para mejorar el nivel de recuperación del CO se
propusieron nuevamente el uso de fuentes externas de calor, a riesgo de perder la simplicidad del método.
A ello también se sumaron las modificaciones operativas propias de cada laboratorio, que contribuyeron a
aumentar la variabilidad observada en los resultados.
Con el objetivo de abordar la normalización del método en el año 1991, a través de PROMAR‐
AACS, se publicaron dos variantes del método original, una respetando la escala macro y otra a nivel
reducido o escala micro, las que más tarde fueron reeditadas por el SAMLA (2004).
En la actualidad la escala macro se desestimó por el excesivo consumo de reactivos y generación de
residuos, principalmente Cr IV, adoptándose las escalas reducidas, entre la que se encuentra próxima a
publicarse como norma IRAM‐SAGPyA una variante del método propuesto por Grewelin y Peech en 1960.
(Norma 29571‐2 “determinación de carbono oxidable por mezcla oxidante fuerte, a escala semi‐micro”).
ALGUNOS PUNTOS CRÍTICOS DEL PROCEDIMIENTO
Las mayores variaciones observadas en el porcentaje de recuperación del carbono orgánico,
cuando se aplica este método, se deben a las características del suelo y a calidad de la materia orgánica
analizada. Sin embargo hay aspectos metodológicos que también inciden en la en la dispersión de los
resultados analíticos. Para el primer caso es necesario definir un factor de recuperación ...
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