Carta de cesar a su hermana martha

Páginas: 6 (1269 palabras) Publicado: 3 de agosto de 2010
CARTA DE CESAR A ASU HERMANA MARTHA

La doctora Martha Hildebrandt Pérez Treviño –es decir una de las hijas con que mi prolífico y algo distraído padre aderezó el mundo– se ha sentido ofendida por lo que escribí de ella en este diario acogedor que me aguanta y que encima me paga.

No veo por qué ofenderse, hermanita, cuasi hermana, sacha hermana, semi frattella, half sister.

Sólo dijelo que de ti piensa todo el mundo: que eres una oportunista de siete suelas, una rabona que va mudando de paisaje pero no de oficio a medida que las tropas avanzan y cambian los
generales pero no tu arrastradera.

Y que, además, eres la única parlamentaria virgen en cuanto a proyectos de ley presentados –has tenido el morro de no presentar ninguno– y una de las más recalcitrantes cobradorasdel bono de escolaridad cuando lo cierto es que tu única hija limita ya con la menopausia.

Fuiste la amante reseca del general Velasco mientras te dio trabajo. Cuando fue derrocado te olvidaste de él y merodeaste por la casa de Morales Bermúdez, que tenía órdenes de no darte
bola.

Durante el segundo belaundismo te recluiste en casa a ver telenovelas y a botar sirvientas. Fue en esa épocaque le dijiste a tu hija que la solución para el Perú era “la bomba cholónica, el equivalente nacional de la bomba neutrónica”.

Matibel, tu única hija felizmente, lo contaba muy divertida, así como contaba lo maravillosa madre que fuiste al enterarte de que ella estaba en cinta la mismísima noche en que dio a luz a Nadiana allá en París.

– Mi madre dice que habría que poner a un millón deindios en el zanjón y lanzar una bomba atómica. Sería la bomba cholónica –contaba Matibel doblándose de la risa.

No se doblaba de la risa sino que se le abrían los ojos cuando contaba lo afortunada que eras teniendo una cuenta off shore en un paraíso fiscal para no pagar impuestos en el Perú.

Y se le abrían más los ojos cuando contaba cómo el banco tonto que recibía tu guardado (jergavieja) se equivocó un día y te abonó electrónicamente cincuenta mil dólares, jugoso error que tú no comunicaste a tu sectorista tropical y que terminó engrosando tu patrimonio. Porque hasta cajoneadora has sido, hermanita. ¡Y luego dices que a ti nadie puede hablarte de faltas éticas!

Lo que hiciste, en esa oportunidad, fue robar, dear almost sister. Y le acabas de robar ya no a un banco caribeñosino al Estado cobrando tus 16 mil soles de gastos de instalación cuando hace rato que estás instalada en la casa de 28 de Julio y en el reino de la conchudez insolente.

Esa platita de los 50 mil dólares te llegó porque así eres de suertuda, además. Bueno, para algunas cosas. Tienes la suerte, por ejemplo, de que la gente te tema por tu boquita de paltera arequipeña con prurito en el poto.Y tienes la suerte de que los periodistas te tengan terror porque ellos hablan mal y tú bien. Porque ellos son cholos y tú blanca. Porque ellos no gritan y tú sí. Porque a ellos les asusta tu facha de ekeka de mala leche y peor uva, en suma.

Bueno, aquí hay un periodista que, más allá de las sangres en curso o derramadas, jamás te tuvo miedo. Y por eso te puedo responder como lo que –másallá de las buenas formas hasta ahora guardadas por mí– eres de modo militante e inocultable: una lingüista formidable y una persona despreciable, una filóloga eminente y una sobreviviente rastrera, una intelectual sanmarquina y una lombriz de la moral pública. Alguien tenía que decírtelo en este país de periodistas que gallinean en el corral.

Llamaste Simón Bolívar a Alan García cuandocoqueteabas con el aprismo a ver si algo te ligaba. Y a Fujimori no necesitaste llamarlo Yamamoto –que se lo merecía por traidor intrínseco y gemelo de tu alma– para trepar su higuera y salir por el techo como una buganvilia maquillada al estilo noche con turistas en el Moulin Rouge.

En el muladar de Fujimori fuiste, querida Martha, barchilona con tu bacín atento, dadora de coartadas, escurridora...
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