Casi podríamos comer fuera

Casi podríamos comer fuera
Lo que cuenta es el ”casi” y el condicional. Al principio, parece una locura. Apenas estamos a principios de marzo, esta semana no ha habido otra cosa que lluvia,viento y chubascos. Y ya. Desde la mañana, el sol ha llegado con una intensidad mate, con una fuerza tranquila. La comida está lista, la mesa puesta. Pero incluso en el interior, todo hacambiado. La ventana entreabierta, el rumor de fuera, algo liviano que flota.
”Casi podríamos comer fuera”. La frase viene siempre en el mismo momento. Justo antes de sentarse a la mesa, cuandoparece ser demasiado tarde para aplazar la hora de comer, cuando los entremeses ya están puestas sobre el mantel. ¿Demasiado tarde? El futuro será lo que usetd haga de él. Tal vez la locurale empuje a precipitarse afuera, a pasar frenéticamente el trapo a la mesa de jardín, a ofrecer jerseys, a canalizar la ayuda que cada uno manifiesta con un torpe entusiasmo, desplazamientoscontradictorios. O bien usted se resigna a comer calentito en casa – las sillas están demasiado mojadas, la hierba tan alta...
Pero poco importa. Lo que cuenta es el momento de la frasecita.Casi podríamos... La vida en condicional es buena, como en otros tiempos, en los juegos infantiles: “Digamos que tú serías...” Una vida inventada que toma a contrapié las certitudes. Una vidacasi: al alcance de la mano, esa frescura. Una fantasía modesta, dedicada a la degustación transpuesta de ritos domésticos. Un pequeño viento de locura sabia que lo cambia todo sin cambiarnada...
A veces, se dice: “Casí hubiéramos podido...”. Esa es la frase triste de los adultos que han mantenido en equilibro sobre la caja de Pandora sólo la nostalgia. Pero hay días en que seaprovecha el día en el momento flotante de posibilidades, en el momento frágil de una vacilación honesta, sin orientar por anticipado el astil de la balanza. Hay días en que casi se podría.