celestina
Melibea, distraída, lee un libro. Entra Calisto., quién queda hechizado por la belleza de Melibea)
CALISTO: Alabado sea DiosMELIBEA:
(dejando aparte el libro)
¿Por qué decís eso, noble caballero?CALISTO: Porque al ver vuestra hermosura, el Señor me llena con su calor y suespíritu, que lucha por escapar de mi cuerpo.Pero si me otorgáis el don de saber vuestro nombre, creo que podréapaciguarlo.MELIBEA: Melibea es mi nombre, y tal vez no sea éste el único don que os entregue,caballero
(sonríe)
CALISTO:
(alborotado)
¡La madre que me…!quiero decir… ¡Oh, dichosas mis orejas que han escuchado tan gran palabra! No soy digno de ese gran don, pero lo aceptaré de buen grado
(se acerca a ella)
MELIBEA:
(furiosa, lo aparta)
¡Aléjate de mí, lascivo! No puedo tolerar que tus suciospensamientos echen a perder mi virtud.¡Lárgate de aquí ahora mismo, o llamaré a mis sirvientes, y esparcirán por el suelola sangre que tan mal repartida tienes!CALISTO: (alejándose) ¡Oh, fortuna, por que sois tan cruel con tu desgraciadosirviente!¡Ahora me iré, pero dejando en este sagrado lugar mi alma y mi voluntad!
MELIBEA: ¡Largo!
ESCENA II:
(Plano: la habitación de Calisto. Calisto, en la cama, selamenta por el mal de amores que sufre. Sempronio, junto a él, sentado en una silla, afina el laúd)
CALISTO:
(Mirando al techo)
Deja que te hable de ella, Sempronio. Sus cabellos son como el oro, fino y delicado, cómo tejido por ángeles
(Plano: Sempronio gesticula, burlón, ante el discurso de su amo)
Sus ojos son como dos esmeraldas, verdes y rasgados, las pestañas largas, la nariz menuda, loslabios, finos y delicados, su piel blanca y perfecta, y su cuerpo, ¡Oh, qué cuerpo! De figura esbelta, pechos redondos y pequeños, y no quiero imaginarme lo que ocultan sus hermosas ropas.
SEMPRONIO:
(Mientras afina el laúd)
Complicado es el mal que padecéis, pero no creáis que sois el único. Más de uno ya ha caído en la trampa de esas criaturas a las que llaman mujeres.
CALISTO:
(Enfadado)
¿Mujer?¿De qué hablas, desgraciado? Melibea no es una mujer dios, ¿me oyes? ¡Dios!
SEMPRONIO: De nada sirve hacerlo razonar. Mi amo está loco CALISTO: ¿Que hablas, traidor?
SEMPRONIO: Digo que no hay mejor remedio contra el mal de amores que un buenromance.
CALISTO: Tus intentos son en vano; mi mal no tiene remedio.Pero toca de todos modos.
SEMPRONIO
(tañendo el laúd, se aclara la garganta) En uncampo de fresasCon olor a compresas En un bosque de pinosCon olor a chuminosVivía el conde rinoCon cien metros de pepinoTenía cien doncellas Putas, todas ellasCincuenta las follabaY cincuenta las dejaba
- Conde Rino, Conde Rino,hoy no, que tengo la regla- Con regla o sin regla,te la meto por delante,y te la saco por detrás.
y así vivió el Conde Rino saltando de pino en pino y aguantándose el pepinoCALISTO: bello romance es, sin duda, pero no consigue aplacar la pena que me corre
SEMPRONIO: Creo que tengo la solución a tu problema, mi señor
CALISTO:)
¡Pues dila, pendejo! Dila si no quieres verme muerto
SEMPRONIO: hace tiempo que conozco a una vieja barbuda que se llama Celestina. Eshechicera, astuta y experta en toda clase de maldades. Creo que son más de cincomil los virgos que se han hechoy deshecho en esta ciudad bajo su influencia.Sería capaz de provocar a una dura peña, y hacerla arder de lujuria.
CALISTO: ¿Podría hablar con ella?
SEMPRONIO: Si eso es lo que deseáis, iré a buscarla. Mientras tanto, arreglaos pararecibirla, pues del tiempo que hace que
(sale Sempronio de la sala)(Plano: Calisto , de pie en su habitación, llama a Pármeno para que le ayude avestirse)
CALISTO:Pármeno, holgazán, ven aquí y ayúdame a vestirme.
(Entra Pármeno)
PÁRMENO: ¿Esperáis visita, mi señor?
CALISTO: No te hagas el loco, ruin, pues de sobras sé que escuchabas tras la puerta loque yo hablaba con Sempronio.
PÁRMENO: Me ofendéis con vuestra acusación, mi señor. Sucia estaba la puerta, y tansolo cumplía con mi obligación de limpiarla. De todos modos, creo que deberíaadvertiros sobre esa...
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