Cezar Carrisales Hacia Una Politica

Cesar Carrizales: HACÍA UNA POLITICA DE INVESTIGACION EDUCATIVA.


Las opiniones que más frecuentemente se escuchan en torno a los docentes de educación básica tienden a ubicarlo en alguno de estos dos extremos: como el factor clave del cambio social, formador de futuras generaciones, encarnación de un místico apostolado, etc., o como un burócrata con poca disposición al trabajo, responsablede la mala educación de los niños y hasta de los problemas de la sociedad, y un profesional de bajo status, entre otras cosas. Ambas visiones parten del sentido común aunque tienen raíces políticas y formas diversas de expresión teórica. Una posibilidad distinta se abre cuando se accede directamente a la visión de los sujetos como parte de la reconstrucción de su discurso y su mundo de vida.
a)La idealización del maestro y sus raíces.
La idea del maestro como el gran transformador tiene diversos referentes: en lo teórico, nociones que arrancan desde Convenio, pero particularmente con Rousseau y Pestalozzi, nos llevan hacia la concepción del docente como epicentro en la reconstrucción del mundo (Gilbert, 1977); en otro nivel, Vasconcelos, Rafael Ramírez y muchos más, alimentan estepeculiar optimismo de los pedagogos (Banks, 1983), que colocan a su disciplina como el cimiento del futuro. En la experiencia práctica, la Escuela Rural Mexicana es encarnación de ese espíritu en el que el maestro es una mezcla de profesor, activista, cura, médico, etc., en pocas palabras, el gran regenerador. (Carrizales, 1992: 34-41)
“….El magisterio es misión, apostolado, destino….es vocación,sacrificio…” (Henestrosa, 1993: 29-32, citado por Carrizales, op. cit.)
Desde el campo de la teoría y la epistemología también se alimenta esta imagen idílica del docente: siguiendo la herencia del marxismo y la teoría crítica, algunos filósofos (p.e. Zemelman, 1991: 71-74; Yuren Camarena, 1991: 75-91) postulan la posibilidad de que el docente se convierta en un sujeto consciente de sus prácticasy sus potencialidades; mientras
que desde el mundo magisterial se reivindica la capacidad del profesor de convertirse en investigador de su propia práctica y transformador de la misma:
“El docente es [un] intelectual orgánico… que debe preparar a la población para que sepa trazarse el objetivo de la elaboración de un sistema de consenso… [y para] “el logro de una conciencia posible que permitaa la población adquirir visiones de un conjunto para la realización de acciones pertinentes en la construcción de una sociedad democrática.” (Barabtarlo, 1992: 25-31)
Ambas posiciones están impelidas por un prurito práctico, de cambio (progresista y/o revolucionario) de la sociedad, y suponen que el docente es un sujeto transformador por excelencia.
Finalmente, esta forma de concebir aldocente tiene que ver además con tradiciones e intereses políticos: desde hace décadas son comunes los discursos que exaltan sin reservas al docente por parte de la Secretaria de Educación Pública.
“El maestro es el hombre nuevo de la nueva sociedad… El magisterio nacional, consciente de la hora que vive el país, ha prestado la colaboración más generosa…..Ustedes forman al hombre nuevo de la nuevasociedad a que aspiramos: libre de injusticia, de dolor, de pobreza.” (Bravo Ahuja, 1976: 16-17)
Y lo mismo sucede en el caso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación:
“Los educadores de México saben que la epopeya de la Escuela Rural Mexicana fue posible gracias a que el maestro se integró a la comunidad y se constituyó en el motor del desarrollo social.” (SNTE, Esquema deEducación Básica; 1987: 9)
Esta tendencia a idealizar la imagen del profesor responde a razones históricas, como la lucha del Estado liberal contra el clero, que desde el siglo XIX se convirtió en factor de definición de la política educativa y del proyecto global de sociedad, así como la herencia de las reivindicaciones y símbolos de la Revolución Mexicana; y razones políticas, como el papel que el...