Chapter VI

— ¡Damon!
¿Por qué? ¿Por qué Enzo tenía que aparecer ahora?
Él corrió hacia mí y arrojó la navaja al piso.
— ¡¿En qué mierda estabas pensando?! —me gritó mientras yo tenía la cabeza agachada, me sentía tan impotente.
Aun tenía los ojos cerrados, temblaba de rabia —Déjame solo —susurré.
— ¡No, mierda, no! —me levantó de los hombros hasta que quedé de pie pero aun no lo miraba —Damon...
Lointerrumpí— ¿Por qué viniste? Estaba tan cerca...
— ¿Cerca de matarte? ¿Eso es lo que quieres? Porque si es así entonces eres un cobarde y yo odio a los cobardes —me miró con el seño fruncido y sus puños apretados.
Levanté la cabeza y le respondí — ¡Entonces ódiame! Todo será más fácil para nosotros si me odias.
—Ese es el problema, Damon —dijo con la voz quebrada —No quiero odiarte. Porque si te odio,entonces no me queda nada.
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Un silencio se apoderó del lugar.
— ¡Tú no estás solo, maldita sea! Tu madre viene cada fin de semana a visitarte, tu hermana también —nuestras historias eran muy diferentes, no había comparación.
Enzo se había defendido de un ladrón que intentó robarle su billetera, forcejearon con la pistola y el tipo terminó muerto. Él llevacuatro años aquí, uno más que yo. Tenía veintidós cuando lo encerraron, ya era mayor de edad, conmigo cometieron una injusticia ya que ni siquiera había cumplido los veintiuno.
— ¿Y qué crees que pasará si te vas? ¡Eres mi único amigo en este agujero, idiota!
—No puedo seguir con esto —murmuré —Ya no me quedan fuerzas —admití por fin en voz alta lo que me atormentaba cada día.
Él me miró con ¿pena?¡No, maldita sea! No quiero que me vea así.
— ¿Qué hay de tu hermano? De Stefan —mencionó Enzo, haciéndome tragar saliva — ¿Cuántos años tiene? ¿Catorce, quince? ¿Cómo crees que se sentirá cuando se entere de que te mataste?
Me dio en uno de mis puntos débiles.
—Te aseguro que él no tiene ni idea de que estás aquí, porque si supiera algo, entonces las cosas serían diferentes. Lo mismo con tu mamá.
Mesenté bruscamente en el borde de la cama y cubrí mi rostro con ambas manos. No podía llorar, no quería llorar, no debía llorar.
—Lo más probable es que tu padre no les haya dicho una palabra —siguió hablando —Sigue adelante por ellos dos —posó una mano en mi hombro en un intento de reconfortarme.
¿Enzo tendría razón? ¿Y si mi padre no quiso angustiar a Stefan y a mamá? ¿Y si creen que me olvidéde ellos?
Retiré las manos de mi cara.
— ¿Qué hay de Elena?
—No sé qué quieres que te diga sobre ella —dijo liberando mi hombro —Olvídala, amigo. Enfócate en lo importante.
—Ella me quería —exclamé con molestia.
—Pues al parecer no tanto.
¿Sería esa la verdad?
—Eran unos críos, Damon. ¿Qué sabían ustedes lo que era el amor? No te atormentes más.
—Pero...
— ¿No crees que si de verdad le importabaste hubiera respondido una puta carta en estos tres años? Tan solo piénsalo, Damon.
Guardé silencio mientras apretaba los puños, todo lo que él dijo tenía sentido, él tenía razón.
—Oye ¿a dónde vas?
Fui a recoger la navaja que él había tirado al piso, la guardé en mi bolsillo y corrí fuera de la celda.
Me iba a vengar. Ese era mi objetivo y lo iba a cumplir en unos minutos.
Enzo corría detrás de mípero yo no le tomé importancia.
Llegué al patio que es donde estaban todos, algunos jugaban fútbol, otros a las vencidas y los más adultos al ajedrez. Pero al que yo buscaba era a ese hijo de puta, Liam.
Lo encontré en una de esas mesas aplastandole el brazo a Markos y a sus amigos dandole ánimos.
Segundos después de que lo haya vencido y se riera de él en su cara, le lancé la navaja justo en sucara pero con la cuchilla guardada.
Él se cubrió el rostro intentando recuperarse y luego me miró encabronado pero yo lo estaba más.
— ¿Qué demonios te pasa, Salvatore? —me dio un empujón en el pecho.
Ignoré su pregunta. Lo golpeé con todas mis fuerzas en su quijada. Aproveché sus quejidos para seguir sacandole la mierda lo más que podía. Mi dicha no duró mucho porque Enzo se había entrometido....