Crítica De "El Luchador"

El luchador (Darren Aronofsky. 2008) es un peliculón. Así, sin matices ni medias tintas.
Porque desde el vestuario o peluquería hasta la elección delreparto, desde la ambientación hasta la banda sonora, desde esa forma de presentar al personaje, sin vérsele la cara, varios planos siguiéndolo de espaldas, hastaese épico final, toda la dirección es magistral. Por una vez, el rarito Aronofsky pasa de adolescentes flipados y de matemáticos tarumbas para retratar, conun saber hacer apabullante, a un entrañable perdedor. Y mira que es difícil hacer entrañable a ese despojo humano que es ahora Mickey Rourke, con esa cara comopicada de viruela y operada, todo a la vez, esa horrible melena oxigenada y esa mole de músculo que es su cuerpo. Pero Aronofsky lo consigue hasta el puntode que, a media película, Rourke ya no solo resulta entrañable, resulta incluso atractivo.
La historia (que aquí no contamos porque a la que esto suscribe leparece de un gusto espantoso hacer spoiler) es lo de menos, casi una excusa para el desarrollo de los personajes. Y los personajes, que en manos de cualquierotro director no hubieran pasado de protagonizar un telefilme de después de comer, están tan bien interpretados y dirigidos que a uno se le ponen los pelos depunta.
A partir de ahí, todo es espectacular en esta cinta: emoción hasta las lágrimas, ironía, comedia agridulce, desolación, luchas hermosamentesangrientas con hostias como panes, Marisa Tomei escandalosamente sexy y haciendo un papelón, Rourke bordando el papel de su vida...
En fin, recomendadísima queda.