Cronica Al Museo De Las Culturas
“Visita al Museo de las Culturas”
Me levanté de mi asiento interrumpiendo el relato de Carlos Fuentes. Estación Zócalo. El metro iba a reventar, me abrí paso entre la gente y justo cuandose abrieron las puertas una mujer detrás de mí comenzó a gritar: empujen, empujen para poder salir -acto seguido comenzó a empujarme- ¡Qué te pasa! ¡No me empujes! contesté, ella dijo algo pero noalcance a distinguir sus palabras por ruido de la gente, el subterráneo cerrando las puertas y yo alejándome de ella mientras pensaba: ¡Vieja estúpida!
Al salir del metro mientras subía las escaleras enmedio del tumulto de gente y el bullicio se distinguían las voces de los comerciantes mexicanos: ¡De a diez, de a diez! ¡Lléveselo a diez, a diez! Había desde pasitas de chocolate Laposse,cinturones, marcadores, mica para todo tipo de celular, bolsas para mandado, el bonito collar, el cesto para la ropa, las alegrías, las pilas para todo uso, la lapicera pa’ el niño o la niña, el espejo, elbarniz de moda, el libro que incluye más de cien sopas de letras y crucigramas pa’ esos ratos de ocio en la oficina, el baño o la casa, la alcancía como bonito regalo hasta el “kit” de costura con cienagujas, hilos de colores, tijeras y botones, todo eso ¡De a diez, de a diez!.
Caminaba por la calle de moneda, con un ligero olor a copal por los danzantes aztecas que hacían sus exhibiciones cerca deahí, buscando la entrada al museo de las culturas esquivando los bicitaxis, las motonetas, las señoras con bultos y algunos coches.
Después de preguntarle a un militar que resguardaba las entradasa Palacio Nacional di con la enorme puerta colonial del Museo de las Culturas. Entre a una sala inmediatamente a la derecha del pasillo, me dieron mi boleto y caminé hacía las salas de exposición. Vimi celular, eran la una con cuarenta y cinco, no esperaba a nadie así que seguí con mi objetivo, pregunté a un monitor por dónde se iniciaba, me señalo a mi izquierda –la sala de Egipto, dijo- y...
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