Cuba

Cuba, New Now
After half a century under Fidel, Cubans feel a wary sense of possibility. Después de medio siglo de Fidel, los cubanos sienten un sentido de cuidado de la posibilidad. But this time, don't expect a revolution. Pero esta vez, no esperen una revolución.
By Cynthia Gorney Por Cynthia Gorney
Photograph by Paolo Pellegrin Fotografía por Paolo Pellegrin
“I want to show you wherewe're hiding it,” Eduardo said. "Quiero que le muestre dónde estamos escondiendo", dijo Eduardo.
Bad idea, I said. Mala idea, le dije. Someone will notice the foreigner and wreck the plan. Alguien se dará cuenta de que el extranjero y arruinar el plan.
“No, I figured it out,” Eduardo said. "No, lo he descubierto", dijo Eduardo. “You won't get out of the car. "No vas a salir del coche. I'lldrive by, slowly, not so slow that we attract attention. Voy a conducir por, poco a poco, no tan lento que nos llaman la atención. I'll tell you when to look. Te diré cuándo mirar. Be discreet.” Sea discreto ".
He had borrowed a friend's máquina, which means “machine” but is also what Cubans call the old American cars that are ubiquitous in the Havana souvenir postcards. Se había prestado Máquinade un amigo, que significa "máquina", pero es también lo que los cubanos llaman los coches antiguos americanos que son muy abundantes en las postales de recuerdo Habana. This one was a 1956 Plymouth of a lurid color that I teased him about, but I pulled the passenger door shut gently, the way Cubans always remind you to, out of respect for their máquinas' advanced age. Este era un Plymouth de 1956de un color chillón que se burlaban de él alrededor, pero me abrió la puerta del pasajero cerró suavemente, la forma cubanos siempre le recordará que, por respeto a su avanzada edad Máquinas '. Now we were driving along the coast, some distance from Havana, into the coastal town where Eduardo and nine other men had paid a guy, in secret, to build a boat sturdy enough to motor them all out of Cubaat once. Ahora que estábamos en coche por la costa, a cierta distancia de La Habana, en la ciudad costera donde Eduardo y otros nueve hombres habían pagado un chico, en secreto, para construir un barco lo suficientemente resistente como para motor a todos fuera de Cuba a la vez.
“There,” Eduardo said, and slowed the Plymouth. "No", dijo Eduardo, y retrasó la Plymouth. Between two peeling-paintbuildings, on the inland side of the street, a narrow alley ended in a windowless structure the size of a one-car garage. Entre dos pelado de pintura de edificios, en el lado interior de la calle, un callejón estrecho terminó en una estructura sin ventanas del tamaño de un garaje para un coche. “We'll have to carry it out and wheel it up the alley,” he said. "Vamos a tener que llevarla a cabo yrueda para arriba el callejón", dijo. “Then it's a whole block along this main street, toward that gravel that leads into the water. "Entonces es un bloque entero a lo largo de esta calle principal, hacia esa grava que conduce al agua. We'll wait until after midnight. Vamos a esperar hasta después de la medianoche. But navy helicopters patrol offshore.” Pero armada helicópteros patrulla costa afuera".
He peered into his rearview mirror at the empty street behind him, concentrating, so I shut up. Él miró en su espejo retrovisor a la calle vacía detrás de él, para concentrarse, así que cállate. Eduardo is 35, a light-skinned Cuban with short brown hair and a wrestler's build, and in the months since we first met last winter—he's a former construction worker but that day was driving aborrowed Korean sedan and trying to earn money as an off-the-books cabdriver—we had taken to yelling good-naturedly and interrupting each other as we drove around La Habana Province, arguing about the New Changing Cuba. Eduardo tiene 35 años, un cubano de piel clara con pelo castaño corto y construcción de un luchador, y en los meses transcurridos desde que por primera vez se reunió el pasado invierno...