Cuento Corto

Páginas: 7 (1706 palabras) Publicado: 4 de febrero de 2013
Después de que mi abuela muriera la familia se había quedado en una total depresión. Las cosas en su casa se habían quedado intactas y nadie se había tomado la molestia de recogerlas para comenzar a desalojar la casa. Las cartas y los trámites legales de la repartición de las pertenencias comenzaron a llegar. Después de que un abogado nos leyera el testamento pude saber que mi abuela no me habíaolvidado ni en sus últimos momentos de vida. Aunque los cuatro años finales que habían estado en aquella casa yo me la había pasado en el extranjero terminando mi carrera, en ese momento supe que ella no me había olvidado. Sus pertenencias, incluyendo joyas, dos autos clásicos y antigüedades valiosas, se habían quedado todas a mi nombre. Dude en ir por unos días a recoger todo lo que me pertenecíaantes de que un ladro allanara en la casa y me las quitara, pero después de que el recibo mensual de mi préstamo estudiantil llego a mi puerta con siete meses de atraso, aquella chica cohibida que dudaba en entrar a la casa de su abuela desapareció en un instante.
No iba a vender todo, eso habría sido grosero, y temía que mi abuela, conociendo su carácter y fuerte temperamento, regresara desdela tumba para darme un buen regaño. No dudaba que lo hiciera, había vivido con esa mujer diecinueve años y sabía que era capaz de lo que sea.
Al entrar a la casa me dirigí directamente hacia su habitación y comencé a buscar algo de valor que no tuviera mucho valor sentimental para mí.
Entere un par de pañuelos dentro del baúl que encontré bajo la cama había un paquete de cartas que mi abuelole había enviado en su juventud cuando la distancia los separaba y trataban de mantener su comunicación.
Me embriague leyendo las palabras que aquel hombre enamorado le escriba deseando algún día encontrar a alguien así de especial. Muchas fueron las que me gustaron, pero fue sobre todo una la que me hizo suspirar. Esta carta decía algo así:
27 de Julio de 1967
No sabes cuánto te extrañoAmelia. Normalmente los días pasan y te extraño porque no te veo, no puedo hablarte, y sobre todo, no puedo sentirte, sin embargo esta vez te extrañe porque quería contarte todo lo que me paso la noche anterior y no estabas a mi lado. En realidad no sé si vas a creerme lo que te digo pero puedo prometerte por todo el amor que te tengo, que lo que te voy a contar es completamente cierto.
No se si lorecuerdas, pero te conte una vez que si hacias bien las rondas que te tocaban en el día, el jefe te premiaba con una salida por la noche. bueno, aquel día mi ronda fue la mejor. No es fácil vivir de este trabajo porque no siempe hay buenas noticias para publicar. Pero cuando mi jefe leyó el articulo que había escrito sobre cierta huelga que se formo justo afuera de las oficinas, quedo impresionadoy no dudo en llevarme aquella noche por un par de tragos.
Nos quedamos hasta tarde en aquel bar, y justo cuando el sueño comenzaba a ganarle a causa de la embriaguez, aquel hombre respetale, al cual nunca había visto en aquel estado, puso su mano sobre mi hombro y se acerco para decirme algo.
Primero comenzó a felicitarme de nuevo porque mi articulo vendería varias copias en aquel mes.Después comenzó a contarme algunos de sus problemas con mis compañeros. Cosas que a veces me divertían, pero algunas otras que hubiera deseado no saber nunca.
Eran cerca de las tres de la mañana y me despedi de el porqué ya estaba realmente cansado. Me dio un apretón de manos y después se acerco de nuevo con lentitud para susurrarme al oído.
“Deberías tomar un taxi” , me dijo con una voz difusa entrela risa y la preocupación. “Está bien señor” – Respondí – “Mi casa está cerca”
“Pero la luna esta roja hoy” – me replico impidiendo que siguiera avanzando.
“No entiendo señor” – le dije sin perderle nunca el respeto.
Fue entonces que comenzó a contarme una vieja leyenda que circulaba entre los bohemios frecuentes de aquel lugar. Él, al igual que yo lo hago ahora, juraba que cada una de...
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