Cuento La vírgen de los cafetales


LA VIRGEN DE LOS CAFETALES
Jair García Zapata

No tengo padre, mejor dicho sí lo tengo y es un proyectil, una bala, sí, tal y como suena, ¡Un pedazo de plomo! Pensarán que estoy loco y no es para menos, yo también lo estuve, o por lo menos faltó muy poco para desquiciarme, cuando investigaba el enigma de mi oscura procedencia.
Todo empezó cuando en el colegio ya adolescente, era víctimade toda suerte de escarnios, de continuas mofas como aquella de ser el hijo de la Virgen, según me llamaban con sorna de bisturí los compañeros de clase. Lo cruel y terrible para mí era el no poder defenderme, pues desconocía por completo el origen de tan extraños burlescos. Desde entonces me propuse desentrañar el misterio que me perseguía cual siniestra sombra.
Mi madre nunca pudo explicarcon claridad su embarazo, nunca me habló de ello ni de mi padre, pues ignoraba quien lo fuera, también los abuelos estaban perplejos pues conocían y confiaban lo suficientemente en su hija para dudar que una furtiva aventura, como muchas veces ha pasado en éstos campos feraces, fuese la causa de tan prodigioso embarazo. Tampoco supieron porqué razón ella y su recién nacido, comenzaron a servenerados en nuestro pueblo. Las romerías entonces se hicieron a diario, y el peregrinaje de campesinos con sus generosos tributos, atiborraron nuestra humilde morada, de toda suerte de cirios, palmatorias, incienso, fotografías de santos amén de guacales de gallinas, patos, chanchos y hasta dinero en efectivo.
Esta inusitada bonanza terminó más o menos como había comenzado, esto es, de un modoinesperado, pues los guerrilleros de la sierra así como los paramilitares, iniciaron una serie de amenazas que nos llegaban más o menos alternadas en sucios papeles y con las más obscenas expresiones. Mis ancianos abuelos que aun tenían recuerdos amargos de la violencia política en nuestro país, no soportaron la zozobra de los amaneceres inciertos o de las noches pobladas de presagios, y así,emigramos hacia la capital, abandonándolo todo como lo han hecho miles de nuestros campesinos, quienes inermes entre dos fuegos, prefieren el hacinamiento miserable en las grandes ciudades a una muerte segura en el campo.
Los años siguientes los alterné entre Cali y Bogotá. En la capital terminé mi carrera de Antropología y tras la muerte de mi madre y mis abuelos, decidí investigar mi incierto yenigmático origen.
Superando la nostalgia de esos hermosos campos mas o menos abandonados, de los recuerdos atrapados entre las tristezas de la tierra lacerada, regresé a mi pueblo natal. En el hospital central comenzaron mis pesquisas. El director era un anciano bonachón, tal vez el más antiguo médico del centro asistencial ampliamente conocido en el pueblo. Confirmó que en el archivo delnosocomio existía el registro del parto atendido allí, el cual había sido normal.
Sin saber como continuar mi investigación me disponía a salir del hospital, cuando el médico me detuvo para hacerme una pregunta:
- Doctor ¿Sabía Ud. que a su madre la internaron dos veces en éste lugar?
- No tenía la menor idea – contesté con curiosidad - ¿Qué me puede Ud. decir al respecto?
- Bueno no mucho– repusoel viejo, – diez o nueve meses antes que Ud. naciera ella ingresó al hospital con una herida de bala en el bajo vientre, los médicos de turno la atendieron y le extrajeron la bala que entregaron a la fiscalía de acuerdo al procedimiento.
De inmediato me volví hacia el galeno.
- Dr. Es necesario que yo vea ese reporte médico si es posible.
- Por supuesto que es posible – dijo con tono desatisfacción y ordenó por el citófono la traída de la historia clínica de mi madre. En efecto nueve meses antes del parto fue atendida de urgencias y dada de alta dos semanas después. - Doctor ¿podrían darme detalles de lo que sucedió en esa fecha?
- Me temo que no – contestó el médico, – pero puedes acudir a la fiscalía regional y allí es posible que obtengas lo que necesitas.
Sin dudarlo un instante...