Cuento policiaco
Desde entonces mi obsesión por los rompecabezas. Hoy nohay nadie en esta ciudad “dicen”, más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión.
Podría decir que sin darme cuenta y sumergida en una competencia conmigo misma me sumergí enun gran mundo, todo en mi vida eran los rompecabezas, no logro hacer memoria de cuantos he armado hasta hoy, solo se que hacerlo es como agigantarme y encontrar respuesta al paradero de mi padre.
Enuna mañana fría de Agosto leí en el diario que habían asesinado a Nicolás Fabbri, adiviné que pronto seria llamada a declarar. Fabri era el director del museo de rompecabezas, o ¡no!, no solo eso,era mi abuelo.
Tuve razón: a las doce de la noche la llamada de un policía me citó al amanecer en las puertas del museo.
El alto, delgado y con mirada penetrante, me tendió la mano mientras decía sunombre en voz baja -Devin- como si pronunciara una mala palabra. Le pregunte por la causa de la muerte: -veneno- dijo entre dientes.
Me llevó hasta la sala central del museo donde estaba elrompecabezas más importante elaborado por Fabbri que representa el plano de la ciudad, con dibujos de edificios y monumentos. Mil veces había visto ese rompecabezas y no dejaba de maravillarme. Era tancomplicado que parecía siempre nuevo, como si a medida que la ciudad cambiaba, manos secretas alteraran sus innumerables fragmentos. Al mirarlo detalladamente noté que faltaba una pieza.
Devin buscó...
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