Cuento VE_RI_TAS

VÉ-RI-TAS
A Emerson y Whitman
YAMIRO F.DO PANTOJA CABEZASAllí estaba, como en un sueño, frente a la entrada de la majestuosa Universidad de Harvard. Más de cuatro horas de ansioso viaje en autobús, entre Brooklyn y Boston, tenían a Rebecca hecha un manojo de nervios. Acompañada por los rayos solares del agonizante verano, comenzó a cruzar el campus en el que durante siglos, personajes ilustres de la historia habían hecho carrera.En tanto iba llenando su cabeza de ilusiones, observaba la arquitectura de los rojos edificios de la prestigiosa universidad, incluida dentro de la elitista “Liga de la Hiedra”, como se conoce al grupo de las 8 universidades más prestigiosas de los Estados Unidos.
Circulaban, para la época, en diferentes direcciones, una notable cantidad de estudiantes y de turistas atraídos por la fama de lainstitución. Rebecca no pudo evitar imaginarse sentada sobre el verde césped, a la sombra de un árbol, leyendo o haciendo sus deberes con el viento acariciando su rostro. Dio un suspiro mecánico, y con visible timidez comenzó a indagar por la oficina de admisiones de la Escuela de Artes y Ciencias. Allí, debería presentar las cartas de recomendación, un examen interno de competencias y un novedosoensayo “exprés”, cuya temática sería asignada al azar y debería entregarse en los siguientes dos días.
Rebecca Jackson había cumplido recientemente 18 años, y aunque nunca había salido de Nueva York, esta vez tendría que viajar sola y hacer los trámites de inscripción en Harvard, pues no había suficientes recursos económicos como para que, al menos, su madre la acompañara.
Tras haberalcanzado uno de los mejores puntajes de Nueva York en las pruebas del Estado, tuvo el incentivo de sus profesores para que llenara una solicitud de cupo en la mejor universidad. Lo hizo con espíritu moderado, y a comienzos de aquel verano, sorpresivamente, recibió una citación de la Universidad de Harvard para presentarse en Boston y luchar por un cupo en la carrera que soñaba estudiar: LiteraturaInglesa y Americana.
Su humilde hogar en el populoso sector del Malcolm X Boulevard, en Brooklyn, fue la locura cuando ella abrió la notificación. A lo largo de esos días, sus padres y sus dos hermanitos caminaban por el barrio como pavos, henchidos de orgullo, y su tema predilecto era la posible admisión de Rebecca a una de las mejores universidades del mundo. Por su parte, la comunidad educativadel Bedford Stuyvesant High School, donde Rebecca había terminado su secundaria, no fue ajena a este hecho, pues para ellos también corrían los honores, así que manifestaron su apoyo a la estudiante recaudando un auxilio económico para su viaje y estadía en Boston.
Durante todo el trayecto, los pensamientos dieron vueltas en su cabeza generando un remolino en su corazón. Su mente estaba puestaen comenzar los estudios de Literatura, lograr su licenciatura y poco a poco convertirse en la escritora que desde siempre quiso ser; en fin, dejar su nombre escrito con letras doradas para la posteridad.

Aquella tarde, después de presentar el extenuante examen, Rebecca salió y se recostó meditabunda en las gradas del edificio, custodiado por cuatro altivas columnas que sostenían unfrontón con el escudo y lema institucional: VÉ-RI-TAS, traducido del latín como “la Verdad”. Rebecca cerró sus ojos. Su rostro de tez negra era de finas y agraciadas facciones. Los lentes rectangulares le daban un elocuente aire intelectual. Dio un respiro profundo. El aire vespertino oxigenó su cerebro y se mantuvo así por largo tiempo… Varios de sus compañeros de colegio, e incluso algunos...