Cuento

Ojos de luna

Nos veo como hace un tiempo atrás. Éramos todos unos chicos con apenas dieciséis años. Emilia, con el cuerpo aún de niña, el pecho pequeño, delgada y fina, justo como yo larecuerdo, llevaba puesto el uniforme del colegio —donde la conocí— y extraordinariamente le quedaba perfecto, junto a ese bronceado que lucía todo el año. Me hablaba una y otra vez acerca de Bruno, que eraalto, moreno, que le encantaba su cabello oscuro, etc. En cambio yo siempre lo vi como aquel de la sonrisa chueca y ojos inexpresivos, no trasmitía nada, y no había nada que él quisiera trasmitir. Dehecho él y yo nos hicimos mejores amigos desde pequeños, no le encontraba nada excepcional.

Ese día, durante el recreo —el momento en que nos sentíamos más vivaces— Emilia me miró con esos ojos deluna que hablaban por sí solos, hermosos pero que necesitaban de la luz del sol para brillar. Me dijo que quería confesarle a Bruno absolutamente todo, quería contarle que le había gustado desde elprimer momento en que lo vio. Que su corazón se aceleraba cada vez que lo miraba, que las manos le temblaban y las palabras le fallaban. Se quedaba sin saber qué hacer, o qué pensar cuando él estabaahí. Todo eso quería decirle, y según ella estaba dispuesta a hacerlo todo ese día. Se sentía con el valor suficiente.

—Pero Emilia, ¿estás segura? —le pregunté

—Que sí —su voz sonaba igual ala de una niña, emocionada, como cuando va a abrir un regalo—, creo que lo que siento no lo puedo contener dentro de mí. Es grande, inmenso, y voy a explotar de amor si no se lo confieso todo ahora.Ella se sentía segura y yo la apoyaba. En realidad no había mucho que hacer. Si no entiendes a las mujeres una vez, nunca lo vas a hacer. Tan sólo asentí con la cabeza, y si eso le daba confianza,nada más quedaba que yo pudiera hacer.

Conozco a Bruno, sé que él no necesitaba demostrar su hombría con retos estúpidos e infantiles, no alardeaba la cantidad de chicas que se había agarrado,...