cuento
– ¡Doña José, estoy muy preocupada por mi niño Tomás!
– ¡Ay, pero por qué, doña Queta?
– Pues por varias cosas, comadre. Por ejemplo, fíjese que anda enfermo, el pobrecito.¡No sabemos qué le pasa!
– ¡Cuente, cuente, comadre!
– Todas las mañanas, mi Tomasito se levanta bien, pero bien tempranito, y se viste rápido para llegar a tiempo a la escuela. Casi siempre, de tantacarrera, ni tiempo de bañarse le da. Sale de la casa corriendo y, como no alcanza a desayunar, de camino a la escuela se compra una manzana y un jugo en la tienda de la esquina.
– ¿La de la esquina,comadre? ¿Dice usted la de don Cruz, el pollero?
– Sí, comadre. Es que Cruz también vende fruta a veces; la pone en la charolita donde acomoda el pollo que va cortando, en una esquinita…
– ¿Ytambién vende jugos?
– No los prepara él: los hace Laura, su hija; ahí juntito a donde él despluma los pollos. Apenas y cabe la inocente. Tiene que acomodar sus naranjas en el suelo y, entre tanta pluma depollo, luego ni las encuentra.
– Por cierto, supe que esa niña estuvo bien mala de esa enfermedad que es bien peligrosa… ¿cómo se llama, comadre?
– ¿Dice usted influenza, comadre?
– Sí…¡influenza!
– Pues sí, comadre, le dio y bien fuerte. Pero esa chamaca sí que es de admirarse. Fíjese que todos los días en que estuvo enferma, ni uno faltó al trabajo. Mi Tomasito me cuenta que la pobre estabamuy mal: estornudos, tos, fiebre… pero que ni así dejó de prepararle su jugo todas las mañanas. ¡Qué muchachita tan responsable, caramba!
– ¡Ay, comadre, ya nos desviamos del tema! ¡Sígame contandode su
Tomás!
– Pues como le decía, después de pagar con sus moneditas, mi Tomás se toma su jugo y se come su manzana. Como a veces queda muy chorreado, se enjuaga las manos en la fuente del parqueque está junto a su escuela.
– ¡Qué limpio muchachito, comadre! Sus papás sí que le han enseñado bien.
– Cuando sale de la escuela, yo lo espero para llevármelo a la casa.
El pobre sale otra...
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