Cuentos

SECUESTRADO
Estoy harto de mi vida, de lo que soy y de lo que tengo. Aunque, no tengo nada. Extraño a mi esposa, a mis dos hermosos hijos: Ricardo y Luis. Cuando me raptaron, hace cuatro años, Ricardo tenía 13 años y Luis tenía 12. Deben estar hechos unos hombres. Lilia es el amor de mi vida. Ya son 18 años de casados, ¿cómo ha pasado el tiempo? A veces, me pregunto si me extrañan como yo aellos. Sería hermoso volver y verlos juntos en el mueble de la sala. Recuerdo que, para comprar ese mueble, fue complicado, tuve que hacer unas jugadas por ahí y conseguir ese dinerito.
Ellos quieren que vaya a mi casa para vender todo lo que hay, pero prefiero estar encerrado en este lugar maloliente. Las esteras se caen, cada día más. Solo hay una pequeña silla en el medio de las cuatro paredes.Ese televisor antiguo que conseguí aquella noche que me escapé. Esa fue la única vez que pude zafarme de estos malditos. Desde ese día, me tienen encerrado como su esclavo y no dejan de mirarme, de pedirme cosas. Ya no sé qué más necesitan de mí. Prácticamente, les he dado todo y hasta he perdido a mi familia.
– ¡Les dije que no haré nada, ¿entienden?! ¡Ya no quiero que me vean, que me acosen!¡Déjenme en paz!
Aquella noche, todo iba bien. Regresaba a casa de trabajar, como todos los días. Había comprado un arroz chaufa en esas carpas que hay en Santa Anita. A mis hijos les encantaba. Un día, Ricardito se puso a llorar para que le comprase. Te decía… Aquella noche, los malditos me hablaban, yo los sentí en el oído. Me decían que vaya con ellos, que no existirían penas, ni tristezas, quetodo sería más fácil. Yo no quería, sabía que estaba cometiendo un grave error, pero accedí. Caí en su trampa.
Al principio, eran mis grandes amigos, mis fieles compañero, los únicos que escuchaban todos mis problemas. Ellos nunca se quejaban, nunca me daban problemas. Lo único triste era que, a veces, no tenía cómo estar ellos, tenía que buscármelas en la calle. Me recurseaba limpiando autos,vendiendo caramelos. A veces, me daban ataques de ansiedad por tenerlos cerca, me angustiaba. Cuando los volvía a tener cerca, me dejaban hacer lo que quisiera. Nunca me criticaban.
– ¿Qué me miras? Algún día, me escaparé de ustedes. Verán que soy listo.
Luego, empecé a aburrirme. Mi vida se convirtió en una miseria. Me volví dependiente de ellos, de su compañía, de tenerlos cerca. Siemprepensé que podía estar solo, que todo estaba bajo control. Me equivoqué. He destruido a mi familia, he decepcionado a mi esposa e hijos, he matado a mi madre con mi vida y mi padre no me quiere ver. Pero sé que esos secuestradores no tienen la culpa porque la decisión siempre fue mía. Me dejé seducir.
Recuerdo la última vez que vi a mi madre. Estaba en el óvalo Higuereta, corrí detrás de ella, me vio yse puso a llorar. Su rostro arrugado, decaído, pensativo, con esos ojos verdes hermosos, brillosos, conquistadores y su implacable sonrisa que me transmitía paz; estaban empapados de lágrimas. Ella decía que los ojos son las ventanas del alma y la sonrisa es la voz de nuestro espíritu, la cual tuvo credibilidad de mi parte en ese instante. A pesar de todo, no dije nada. Ella sí, me dijo quequería que vuelva a casa, “tus hijos te extrañan, lloran por ti, se torturan pensando en cuándo volverás y no has ido a ver a Lilia”. Yo la miré, le sonreí, como ella me enseñó, le dije: “Te amo, mamá. Perdóname. Diles a mis hijos que los amo, los extraño. Lilia me esperará”. La besé en la frente y me retiré. No sé en qué estaba pensando.
Luego de eso, he visto a mi familia en sueños. Lilia sentada,cabizbaja, esperando a alguien, yo me acerco, le pregunto qué hace en ese lugar y no me reconoce. Se asusta, contrae el cuerpo y empieza a vomitar. Llegan mis hijos, tampoco me reconocen, me exigen que la suelte, me miran con asco, y agachan la mirada. Lilia solo llora. Luego, aparece mi madre y dulcemente me dice: “Hijo, estás enfermo. Anda al médico”. Yo les digo que no, están equivocados y...